domingo, 27 de abril de 2008

"1984" (1949) de George Orwell.



“Las consecuencias de cada acto van incluidas en el acto mismo”.

Pág 36.

“(…) lo horrible era que todo ello podía ser verdad. Si el Partido podía alargar la mano hacia el pasado y decir que este o aquel acontecimiento nunca había ocurrido, esto resultaba mucho más horrible que la tortura y la muerte.”

Pág 42.

“El pasado estaba borrado. Se había olvidado el acto mismo de borrar, y la mentira se convertía en verdad”.

Pág 83.

“Pero ese pedazo de papel era ya una prueba concreta; un fragmento del pasado abolido como un hueso fósil que reaparece en un estrato donde no se le esperaba y destruye una teoría geológica.”

Pág 87.

“Todas las oligarquías del pasado han perdido el poder porque se anquilosaron o por haberse reblandecido excesivamente. O bien se hacían estúpidas y arrogantes, incapaces de adoptarse a las nuevas circunstancias, y eran vencidas, o bien se volvían liberales y cobardes, haciendo concesiones cuando debieron usar la fuerza, y también fueron derrotadas. Es decir, cayeron por exceso de consciencia o por pura incosciencia.”

Pág 220.

“Debía interponer a otro ser humano, el cuerpo de otro ser humano entre las ratas y él”

Pág 291.

En 1984, Orwell, George, Ediciones destino, 2001.

"Momo" de Michael Ende.



“Pero lo que más les costaba soportar era el silencio. Porque en el silencio les sobrevenía el miedo, porque intuían lo que en realidad estaba ocurriendo con su vida. Por eso hacían ruido siempre que los amenazaba el silencio. Pero está claro que no se trataba de un ruido divertido, como que el reina allí donde juegan los niños, sino de uno airado y pesimista, que de día en día hacía más ruidosa la ciudad.”

Pág 72.

“(…) que hay riquezas que lo matan a uno si no puede compartirlas.”

Pág 202.

En Momo, Ende, Michael, Editorial Alfaguara, 1997, Chile.

"Las bacantes" de Eurípides.



“Yo abandoné la Lidia, esas tierras ricas en oro, y los campos frigios, y me marché a las llanuras de la Persia quemadas por el Sol, a las ciudades de Bactriana y al país de los medos, helado en los inviernos, y a la Arabia feliz, y a toda el Asia, tendida a lo largo de las saladas aguas, y a sus ciudades, con sus bellos muros torreados, llenas de griegos mezclados con los bárbaros; y esta es la primera ciudad de la Hélade a que vengo. En esas regiones alejadas, he instituido ya mis coros y he establecido mis ritos, a fin de mostrarme a los mortales como un dios. La primera elegida entre las ciudades griegas es Tebas, a la que hago trepidar con mis gritos.”

Pág 1009.

“Ahora bien: un retórico hábil y lleno de audacia, pero sin la razón, no es más que una peste para la ciudad.”

Pág 1015.

“En estos momentos has alzado el vuelo y tu entendimiento razona en el vacío. Aunque este dios, como tú afirmas, no existiera en absoluto, comete esta piadosa mentira y declara que existe, a fin de que Sémele sea considerada por los mortales como madre de un dios y nuestra familia recoja el honor de tal hecho.”

Pág 1017.

“Pues nunca algo más fuerte que las normas se debe conocer ni practicar. Cuesta, en efecto, poco creer en el poder de este principio –cualquiera sea el ser de lo divino- que a través de los años y los años tuvo fuerza de ley y es un producto de la naturaleza.”

Pág 1031.

En Teatro griego, tragedias completas, Editorial Aguilar, 1978, Madrid, España.

"El sendero de los nidos de araña" (1946) de Italo Calvino.



“El neorrealismo no fue una escuela. (…)Fue un conjunto de voces, en gran parte periféricas, un descubrimiento múltiple de las diversas Italias, también –o especialmente- de las Italias hasta entonces más inéditas para la literatura. Sin la variedad de Italias desconocidas la una de la otra –o que se suponían desconocidas-, sin la variedad de dialectos y jergas capaces de hacer fermentar la masa de la lengua literaria, no habría habido neorrealismo”.

Pág 14.

“Y el más solitario de todos fue el que consiguió escribir la novela que todos habíamos soñado –cuando nadie se lo esperaba ya-, Beppe Fenoglio, que llegó a escribirla pero no a terminarla (Una cuestión privada), y murió antes de verla publicada, en plenos años cuarenta.”

Pág 33.

“-Es un preso común. Olvídate de él. En los presos comunes no se puede confiar.
-¿Por qué? ¡Yo lo conozco!
-Son un proletariado sin conciencia de clase- dice Lobo Rojo.”

Pág 81.

“En esos momentos se excita: piensa en los fascistas cuando lo azotaban, piensa en las caras azuladas e imberbes de la oficina de interrogatorios, ta-tatatá, ya están todos muertos, y muerden la alfombra tendida debajo del escritorio del oficial alemán con sus encías sanguinolentas. Ahora el ansia de matar está también en él, áspera y ruda, de matar incluso al plantón escondido en el gallinero, aunque sea un tonto, justamente porque es un tonto, de matar también al centinela triste de la cárcel, justamente porque es triste y tiene la cara llena de tajos hechos con la navaja de afeitar. Hay en él un ansia remota como el ansia de amor, un sabor desagradable y excitante como el humo y el vino, un ansia que no sabe bien por qué la tienen todos los hombres y que debe de contener, cuando se la satisface, placeres secretos y misteriosos.”

Pág 127.

“El Carabinero sigue exponiendo su concepción de la historia: hay dos fuerzas que se enfrentan, los carabineros, pobres gentes como él, que quieren mantener el orden, y los estudiantes, la raza de los peces gordos, de los caballeros de la Corona de Italia, de los abogados, de los doctores, de los commendatori, la raza de los que cobran sueldos que un pobre carabinero ni siquiera sueña, y todavía no tienen bastante y los mandan a ellos a hacer la guerra para aumentarlos.”

Pág 158-159.

“Después, detrás de los hombres, la gran máquina de las clases que avanzan, la máquina impulsada por los pequeños gestos cotidianos, la máquina donde otros gestos arden sin dejar huellas: la historia.”

Pág 168.

En El sendero de los nidos de araña, Calvino, Italo, Editorial Tusquets, 1991.