lunes, 25 de abril de 2011

"La vida de Dominguito Sarmiento" de Domingo Faustino Sarmiento.



“Pertenecen los detalles de esta jornada, al life in the Argentine Republic, que Mrs Horace Mann puso al frente de un libro, en lugar de Civilización y Barbarie que traía originalmente, acaso porque no siempre puede por los hechos, saberse de que lado está la barbarie, cuando se agitan las pasiones políticas en estos pueblos infantiles.”

Pág 5.

“Hay quien cree que la población nacida bajo el terror de Rosas ha traído por herencia la predisposición a la recaída, como temblaba el hijo de la Reina de Escocia a la vista de un puñal, como si fuera repetición de nervios de su madre en cinta, cuando mataron casi en sus brazos a un italiano.”

Pág 46.

“¿Se ha olvidado que el ejército entrerriano que el nacionalismo del General Urquiza puso al servicio del Presidente, fue sublevado en Basualdo por López Jordan que no quería ser parte de una nación porteña?”

Pág 75.

“Y yo creo en muchas y muy misteriosas relaciones que escapan a las leyes naturales conocidas, y que la lógica repugna.”

Pág 82.

“Ganamos la batalla de Tuyutí; y hace dos meses estamos en el mismo campamento. Hemos invadido al Paraguay y nos quedamos parados. Indudablemente seguimos el ejemplo de la escuadra.”

Pág 96.

“La sociedad quiere que se le engañe sin reír, y que se le diga la verdad haciéndola reír.”

Pág 101.

La vida de Dominguito, Sarmiento, Domingo Faustino, ediciones culturales argentinas, Buenos Aires, 1962.

"Farabundo Martí" de Hernán Brienza.



“El enemigo de toda América Latina es el imperialismo yanqui, y al imperialismo yanqui le interesa que nos dividamos en pequeños bocados que él tragará con mayor facilidad. A esa división ayudan las clases dominantes de nuestros países. (…) Por eso son nuestras enemigas en América Latina. Por eso la guerra contra el imperialismo y por la unidad de América Latina la harán los pueblos, los productores contra los yanquis y contra sus cómplices, conquistando el poder político (…) Cada gobierno latinoamericano es un virreinato del imperio yanqui; estamos, pues, en el momento de sacudirnos el más peligroso de todos los coloniajes”.

Víctor Raúl Haya de la Torre.

Pág 28-29.

Farabundo Martí rebelión en el patio trasero, Brienza, Hernán, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2007.

sábado, 19 de marzo de 2011

"En la semana trágica" de David Viñas.




“(…) y el general Garmendia que era de San Nicolás de los Arroyos, antiguo alsinista y ceceoso asegurara que los últimos que en este país habían peleado en serio eran los de su generación: La guerra del Paraguay fue la última cosa que hicimos en serio; allí matar era terminar entre unos juncos con un agujero marrón en la cara. O parar a unos tipos que avanzaban en pata pero gritando en guaraní y sableando. Matar era terminas de oírlos gritar en guaraní, matar era dejar el tendal en unas de esas trincheras que parecían barracas de yerba, unos agarrándose la barriga como si tuviesen muchas ganas de vomitar y no terminasen de vomitar, y dos o cinco gimiendo cada vez más despacito y buscándose una pierna o alguna parte del cuerpo”.

Pág 50.

En la semana trágica, Viñas, David, Editorial Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1966.

lunes, 28 de febrero de 2011

"Historia del llanto" de Alan Pauls.



“Eso quisiera él, eso más que cualquier otra cosa en el mundo: que leer fuera lo único que ocupara todo el espacio del presente, que todas las cosas que suceden en el planeta en un mismo punto del tiempo fueran de algún modo tragadas al unísono por la acción de leer.”

Pág 121.

Historia del llanto, Pauls, Alan, editorial Anagrama, 2007.

miércoles, 16 de febrero de 2011

"Sudeste" de Haroldo Conti.



“Sus hombres, los hombres de este río, este hombre que ahora observa las aguas con sus ojos de pez moribundo suspendidos sobre ellas como dos espejuelos suspendidos del aire, son en todo semejantes a e´l. Por eso todavía sobreviven. Por eso parecen tan viejos y lejanos y solitarios. No aman al río exactamente, sino que no pueden vivir sin e´l. Son tan lentos y constantes como el río. Y, sobre todo, son tan indiferentes como el río. Parecen entender que ellos forman parte de un todo inexorable que marcha animado por cierta fatalidad. Y no se rebelan por nada. Cuando el río destruye sus chozas y sus embarcaciones y hasta a ellos mismos. Por eso tambie´n parecen malos.”

Pág 47.

“En los momentos que el viento se calmaba, caía sobre el barco un silencio desolado. Entonces sintió de cerca esta muerte y esta soledad.
Era mejor que se volviera.”

Pág 104.

Sudeste, Conti, Haroldo, Compañía General Fabril Editora, 1962.

viernes, 11 de febrero de 2011

"La bolsa" de Julián Martel.



“Los que me inspiran recelo son los judíos, que empiezan a invadirnos sordamente, y que si nos descuidamos acabarán por monopolizarlo todo.
-Es lo que digo yo.- Y Glow habló pestes de los judíos.- Ya son dueños de los mercados europeos, y si se empeñan lo serán de los nuestros, completando así la conquista del mundo.”

Pág 20.

“(…) era un hombre pálido, rubio, linfático, de mediana estatura, y en cuya cara antipática y afeminada se observaba esa expresión de hipócrita humildad que la costumbre de un largo servilismo ha hecho como el sello típico de la raza judía. Tenía los ojos pequeños, estriados de filamentos rojos, que denunciaban a los descendientes de la tribu de Zabulón, y la nariz encorvada propia de la tribu de Ephraim. Vestía con el lujo charro del judío, el cual nunca puede llegar a adquirir la noble distinción que caracteriza al hombre de la raza aria, su antagonista. Llamábase Filiberto Mackser y tenía el título de barón que había comprado en Alemania creyendo que así daba importancia a su oscuro apellido.”

Pág 28.

“- ¿Sabe por qué he cometido los crímenes que me condujeron a la cárcel?
- ¿Por qué?
- Porque soy un hombre superior, porque nunca he podido amoldarme al modo de ser general, porque, como el ángel rebelde, me he sentido con fuerzas para luchar yo solo contra la ley, contra la sociedad, ¡contra todo!”

Pág 77.

“Dices que la sociedad los rechaza…¡Falso, completamente falso! Ellos, ellos son los que se resisten a firmar la paz con una sociedad que les abriría los brazos si no hubiera probado ya varias veces las dificultades de una reconciliación imposible. ¡Ah! ¡tú no sabes la invasión sorda, lenta; la conquista callada, subterránea, pavorosa, de la sociedad moderna, que Israel viene llevando a cabo por el medio más vil y rastrero de que puede echar mano un hombre! ¿No sabes que los banqueros judíos son hoy los reyes de las finanzas europeas, y que ese barón de Mackser, cuyo socio eres, es el general avanzado del ejército israelita lanzado sobre la América para conquistarla con el dinero, arma poderosa, formidable, contra la cual son impotentes todas las que podamos emplear nosotros, nosotros los arios, acostumbrados a luchar a cara descubierta, frente a frente, y demasiado nobles y confiados para no ser víctimas de los manejos traidores, escondidos, solapados de los descendientes de Judas? En vez de decir que son injustos los ataques que les dirijo, deberías exclamar conmigo: ¡Cuán benévola es la sociedad actual que los tolera! Se declama contra ellos, pero se les soporta. Se les escarnece, pero como son hombres sin honor, acostumbrados a todas las bajezas de un largo servilismo, desprecian el escarnio esperando la hora de la venganza, con una sangre fría que repugna y espanta. Y así, poco a poco, mientras cada pueblo se debate en sus hermosas luchas por el progreso y la civilización, mientras cada pueblo está absorbido por el grande anhelo del perfeccionamiento social, ellos, los judíos, ocultos en la sombra, van avanzando paso a paso, conquistando todas las posiciones, haciéndose dueños de la prensa y por lo tanto de la opinión de la cátedra, de la magistratura, del gobierno…”

Pág 97-98.

La bolsa, Martel, Julián, Editorial Guillermo Kraft limitada, Buenos Aires, 1959.

miércoles, 9 de febrero de 2011

"El marino que perdió la Gracia del mar" de Yukio Mishima.



“El verdadero peligro no radica sino en vivir. Claro está que vivir no es más que el caos de la existencia, y más aún: es el afán loco y erróneo de ir desmantelando instante a instante la existencia hasta ver restaurado el caos inicial, y entonces, con la fuerza que da la incertidumbre y el miedo originado por el caos, volver a recrear instante a instante la existencia. No hay cosa más peligrosa que esa. La existencia, en sí misma, no comporta ningún miedo, ni ninguna incertidumbre, pero el vivir crea ambas cosas. Y, fundamentalmente, la sociedad carece de sentido, es un baño romano en el que todos se mezclan. Y la escuela, el colegio, no es sino una sociedad en miniatura. Por eso nos están dando órdenes continuamente. Un puñado de ciegos nos dice lo que tenemos que hacer, y hace trizas nuestras ilimitadas facultades.”

Pág 59-60.

“En aquel oscuro hueco del armario, había estado en el límite más extremo de su mundo, en el borde de los mares y desiertos. Y en virtud de que allí cobraban vida todas las cosas, en virtud de que iba a ser castigado por haber estado allí, no podía retornar a las tibias ciudades de los hombres, ni rebajar el semblante hacia los campos de césped regados con sus lágrimas. Después del juramento formulado ante aquella cima de humanidad adherida al bramido de la sirena, ante aquellos rutilantes representantes del orden que había contemplado aquella noche a través de la abertura, no podría jamás volverse atrás.”

Pág 161.

El marino que perdió la Gracia del mar, Mishima, Yukio, editorial Bruguera, 1980.

"La perla" de Yukio Mishima.



“Nada enfurecía tanto a Kenzó, como la opinión de los jóvenes de que el Japón actual carecía de esperanzas. Kenzó no era de los que piensan profundamente sobre la vida, pero creía con fe religiosa que con tal que se respetara la naturaleza, que se fuese fiel a la naturaleza y que uno se esforzara ante la vida, el camino se abriría por sí solo. Lo primero de todo era rendir culto a la naturaleza, y el fundamento de ese culto era la intimidad conyugal. La confianza mutua entre los esposos tenía que ser la máxima fuerza que frenara la desesperación del mundo.
Como afortunadamente Kenzó estaba enamorado de Kiyoko, la fuerza para vivir con esperanzas no consistía sino en ir viviendo ateniéndose a las condiciones que la naturaleza les ofrecía. Otras mujeres le habían flirteado a veces, pero él percibía cierto olor antinatural en aceptar el placer por el placer. Prefería ponerse a hablar con Kiyoko para quejarse juntos del precio a que se estaban poniendo las verduras y el pescado.”

Pág 217.

La perla, Mishima, Yukio, editorial Siruela, 1998.

"La gran aldea" de Lucio Vicente López.



“- Señora, cuando se dispone, como disponemos nosotros, de las imaginaciones populares, los hombres desaparecen, surgen las muchedumbres: la muchedumbre es como el mar, el viento la agita, la calma la atempera. Mañana nuestros hombres serán aclamados por este pueblo, que es un gran pueblo porque sabe marchar sin preguntar nunca a dónde lo llevan. ¡La victoria será nuestra!”

Pág 36.

La gran aldea, López, Lucio Vicente, editorial Capital Intelectual, 2010.

miércoles, 2 de febrero de 2011

"Maldita guerra" de Francisco Doratioto.



“’Es sabido, señores, cómo se consiguen soldados entre nosotros. Se arranca de sus casas a civiles pobres, cuyo crimen es haber nacido en la humilde condición de gaucho, para llevarlos a servir (en el Ejército) sin sueldo, desnudos, y muchas veces sin la alimentación necesaria, y cuando consiguen escapar de la prisión –porque para ellos el campamento es la prisión- y son detenidos, reciben en azotes la cantidad de horas que estuvieron en libertad.’”

(Nicasio Oroño)

Pág 131.

“Urquiza retornó a Basualdo y comenzó a fusilar desertores, pero no consiguió detener la desbandada de cerca de 8 mil jinetes, lo cual obligó a licenciar a las tropas restantes.”

Pág 137.

“Era un extensísimo tendal de cadáveres, horriblemente mutilados y amontonados desordenadamente. Había cabezas cortadas, con los ojos bien abiertos; algunas todavía estaban unidas al tronco por músculos ensangrentados; otras, estaban tajeadas de lado a lado y mostraban los sesos desbordando; narices cortadas, brazos mutilados, mandíbulas partidas, pechos agujereados. ¡Qué golpes aquellos! ¡Qué tajos y estocadas! Era el camino de la muerte para el enemigo y de la gloria para nosotros…¡Qué muerte gloriosa y qué gloria llena de lágrimas!”

(Dionísio Cerqueira)

Pág 204.

“Esa versión de una derrota aliada también llegó a Entre Ríos, donde la mayoría de la población deseaba el triunfo del Paraguay; las personas festejaron “vivamente (…) y sin ningún recato” la batalla del 24 de mayo, pues la victoria paraguaya era vista como la garantía de la autonomía entrerriana.”

Pág 215.

“Solano López castigó al batallón paraguayo que había huido en vez de defender Curuzú. Se hizo formar a los soldados, se contaba hasta diez, y el décimo soldado era retirado de la formación. La cuenta se repitió hasta el final del batallón y los soldados que habían sido seleccionados fueron fusilados inmediatamente. Entre los oficiales se efectuó un sorteo de pequeñas ramitas: los que recibieron las más cortas fueron fusilados en seguida, mientras que los que se quedaron con las más largas fueron degradados a soldados rasos.”

Pág 227.

“Lo que impresiona en Curupaytí –y estoy fue destacado por testigos paraguayos del combate- es la sangre fría de los soldados aliados, que avanzaron durante horas para llenar los huecos que dejaban los compañeros muertos, teniendo conciencia de que probablemente también ellos morirían. En Curupaytí cayeron ilustres figuras argentinas y brasileñas, cuya pérdida sería sensible para el Ejército aliado; allí perecieron jóvenes de la elite porteña, como Domingo Fidel Sarmiento –“Dominguito”-, hijo del futuro presidente Domingo Faustino Sarmiento, y Francisco Paz, que era hijo del vicepresidente Marcos Paz. La dramaticidad del combate queda reflejada en el relato de José Ignacio Garmendia, quien al final de la acción encontró ensangrentado a Martín Viñales, del 1er Batallón de Santa Fe, y al preguntarle si estaba herido recibió como respuesta: ‘No es nada, apenas un brazo menos; la patria merece más’”

Pág 234.

“La situación se agravó luego, en Peribebuy, cuando los soldados argentinos comenzaron a robar niños, tomándolos como cautivos o trofeos de guerra. El robo de niños se transformó en un negocio, pues las familias paraguayas conseguían recuperarlos mediante el pago de un rescate.”

Pág 369-370.

Maldita guerra Nueva historia de la guerra del Paraguay, Doratioto, Francisco, Editorial Emecé, 2004.

miércoles, 12 de enero de 2011

"Teorema" de Pier Paolo Pasolini.



“Qué debería valer más: tu identificación
o tu ser?
Tú no sabes elegir, tierna Odetta, porque
estás ciega:
así has elegido, así has vivido. Y te debates
inútilmente, perdida entre un recuerdo
demasiado hermoso
y una realidad que te lleva del sueño a la
locura.”

Pág 122.

“¿De modo que el burgués ha reemplazado el alma por la conciencia?”

“Entonces ¿es la religión metafísica lo que se ha perdido, transformándose en una especie de religión de la conducta?”

Pág 269.

Teorema, Pasolini, Pier Paolo, editorial edhasa, 2005.

"En busca de la Edad Media" de Jacques Le Goff.



“Desde el siglo XII, Abelardo había dicho que los nuevos teólogos (sin duda, fue el inventor de la palabra) debían adoptar el método aristotélico de la duda. Fue cinco siglos antes que Descartes.”

Pág 81.

“(…) el feudalismo, no es un germen de destrucción del poder, como se ha dicho muchas veces. Al contrario, el feudalismo se implanta para responder a los vacíos de poder. Forma la unidad básica de una profunda reorganización de los sistemas de autoridad, el marco indispensable para la aparición de los estados. El feudalismo vive su gran época entre los siglos X y XIII. Al contrario del señorío –que la precede y perdura después de ella-, el feudalismo, concebido en sentido estricto, no puede identificarse, pues, con el conjunto de la Edad Media.”

Pág 112.

“La guerra es una de las numerosas consecuencias del pecado original. Sólo se legitima –sólo es justa- si la declara una persona que Dios ha investido de la auctoritas (autoridad) y de las potestas (poder). San Agustín precisaba que la “autoridad” le correspondía al príncipe que ostentaba el poder, y no a cualquier jefe de clan. Por consiguiente, la Iglesia condena todas las formas de guerra no decididas o llevadas a cabo por lo que denominaríamos Estado, el poder público. Igualmente, la Iglesia se reserva el derecho de avalarlas o condenarlas, ya que ella es la auctoritas suprema.”

Pág 130.

“Los monjes más rigurosos solían pensarlo. Subrayaban que en ningún fragmento del Nuevo Testamento se mencionaba la risa de Jesús, mientras que Satán y los malvados ríen burlonamente y Jesús llora. Como rompe el silencio, reír es poco católico.”

Pág 135.

En busca de la Edad Media, Le Goff, Jacques, Editorial Paidós, 2007.