martes, 28 de agosto de 2007

"Una excursión a los indios ranqueles vol II" de Lucio V Mansilla



"Con estos antecedentes y tantos otros que podría citar para que se vea que nuestra civilización no tiene el derecho de ser tan rígida y severa con los salvajes, puesto que no una vez sino varias, hoy los unos, mañana los otros, todos alternativamente hemos armado su brazo para que nos ayudaran a exterminarnos en reyertas fraticidas, como sucedió en Monte Caseros, Cepeda y Pavón; con estos antecedentes, decía, se comprenden y explican fácilmente las precauciones y temores de Mariano Rosas."

Pág 13.

"Mi compadre y los convidados estaban encantados. Aquel coronel cristiano parecía un indio. ¿Qué más podían ellos desear? Yo iba a ellos. Me les asimilaba. Era la conquista de la barbarie sobre la civilización. El Lucius Victorius Imperator, del sueño que tuve en Leubucó la noche en que Mariano Rosas me hizo beber un cuerno de aguardiente, estaba allí transfigurado."

Pág 28.

"¿Quién era aquel hombre? Un desconocido. ¿Qué vida había llevado? La de un aventurero. ¿Cuál había sido su teatro, qué espectáculos había presenciado? Los campos de batalla, la matanza y el robo. ¿Qué nociones del bien y del mal tenía? Ningunas. ¿Qué instintos? ¿Era intrínsecamente malo? ¿Era susceptible de compadecerse del hambre o de la sed de uno de sus semejantes? No es permitido dudarlo después de haberle visto, entre las tinieblas, sentado cerca del moribundo fogón, sin más testigos que sus pensamientos, apiadarse de un perro, que por su flacura y su debilidad parecía condenado a presenciar con avidez el nocturno festín de sus compañeros.

¿Sería yo mejor que ese hombre, me pregunté, si no supiera quién me había dado el ser; si no me hubieran educado, dirigido, aconsejado; si mi vida hubiera sido oscura, fugitiva; si me hubiera refugiado entre los bárbaros y hubiera adoptado sus costumbres y sus leyes y me hubiera cambiado el nombre, embruteciéndome hasta olvidar el que primitivamente tuviera?

Si jamás hubiera vivido en sociedad, aprendiendo desde que tuve uso de razón a confundir mi interés particular con el interés general, que es la base de nuestra moral, ¿sería yo mejor que ese hombre?, me pregunté por segunda vez.

Si no fuera el miedo del castigo, que unas veces es la reprobación, y otras los suplicios de la ley, ¿sería yo mejor que ese hombre?, me pregunté por tercera vez.

No me atreví a contestarme. Nada me ha parecido más audaz que Juan Jacobo Rousseau, exclamando:

"Yo, sólo yo conozco mi corazón y a los hombres. No soy como los demás que he visto, y me atrevo a decir que no me parezco a ninguno de los que existen. Si no valgo más que ellos, no soy como ellos. Si la naturaleza ha hecho bien o mal en romper el molde en que me fundió, no puede saberse sino leyéndome".

Eché la última mirada al fogón."

Pág 58-59.

"Esa es nuestra tierra -como nuestra política suele consistir en hacer de los amigos enemigos, parias de los hijos del país-, secretarios, ministros, embajadores de los que nos han combatido. Solemos ser justos con los nuestros , con los adversarios somos siempre débiles.

Solemos ser tolerantes con los que transigen, con los que se hacen un honor y un deber de tener conciencia, jamás.

Para ellos está reservada la crítica irritante, acerba.

El peor papel que puede representar el patriotismo a los ojos de las medianías, es tener carácter.

Más hábiles en el arte de reclutar nulidades, de seducir traficantes y especuladores, que dispuestos a admirar el talento y la probidad; más capaces de claudicar que de imponerse por la elevación moral, prefieren los que se doblegan a los que firmes sobre el pedestal de sus creencias tienen la osadía de exclamar: ¡yo pienso así!

¡Ah!, ¡si el país no estuviera jadeante! ¡Ah!, ¡si no estuviera arraigado en todos los corazones el convencimiento de que hay que preparar la tierra antes de arrojar en sus entrañas fecundas las semillas!

¡Ah!, ¡si el país no estuviera jadeante! ¡Ah!, ¡si no fuera que una verdad escrita con sangre es siempre una conquista fratricida!"

Pág 83.

"¿Pasa otra cosa en el mundo civilizado?

Mariano Rosas, después de haber resuelto la paz, acusándome en público de las matanzas de López y Rosas; Baigorrita dominado por la misma idea, silencioso, irresoluto en presencia de la multitud, ¿no hacían el mismo papel de Napoleón III proclamando: el imperio es la paz , al mismo tiempo que se armaba hasta los dientes?

¿No mentían?

¿No hacían lo mismo que los que en nombre de la Constitución y de las leyes, de la civilización y de la humanidad arman al pueblo contra el pueblo?

¿No mentían?

¿No hacían lo mismo que los que después de haber sostenido que el pueblo tiene el derecho de equivocarse se han rebelado contra él, porque tuvo la energía de inmolar uno de sus tiranos?

¿No mentían?

Mariano Rosas y Baigorrita, declarando en una junta, después de haber firmado el tratado de paz, que harían lo que la mayoría resolviese, ¿no imitaban a los que más de una vez han declarado en nuestros congresos lo contrario de lo que habían convenido con el extranjero?

¡Cuánto he aprendido en esta correría!

Si me hubieran dicho que los indios me iban a enseñar a conocer la humanidad, una carcajada homérica habría sido mi contestación. Como Gulliver, en su viaje a Liliput, yo he visto al mundo tal cual es en mi viaje a los ranqueles.

Somos unos pobres diablos.

Los enanos nos dan la medida de los gigantes y los bárbaros la medida de la civilización.

Resta saber si seríamos más felices poniendo en la silla curul de nuestros magnates, pigmeos, y cambiando el coturno francés por la bota de potro.

Los héroes prueban tan mal y la moda es tan tiránica en sus imposiciones, que vale la pena de meditar sobre las ventajas y las consecuencias de una revolución social."

Pág 110-111.

"Aquellas gentes, alejadas de la civilización quién sabe desde cuándo, desgraciadas o pervertidas, resignadas a su suerte o desesperadas, ignorantes, vulgares; aquellas mujeres cristianas en el nombre; aquellas chinas, aquellos indios sosteniendo en sus brazos sus hijos con recogimiento y devoción, comprendían por un instinto especialmente humano que entre este mundo y el otro, entre esta vida y la otra, necesitamos un vínculo y que ese vínculo es Dios, cualquiera que sea la forma en que le adoremos.

El mal de este mundo no consiste en profesar una mala religión, sino en no profesar ninguna."

Pág 128-129.

"De tal modo se me había convertido en sustancia el sueño del poder, que a no ser los ladridos de unos perros, que despertaron a mis oficiales, creo que me levanto arrastrando el poncho de Mariano Rosas a guisa de imperial manto de armiños.

Unos: Buenos días, mi Coronel, de mi ayudante Rodríguez, me despejaron los sentidos del todo.

Abrí los ojos, que apretaba nerviosamente.

Era de día, la claridad del rancho completa.

La visión del imperio ranquelino desapareció de mi retina. Pero como una sombra chinesca que se desvanece, todavía cruzó por mi imaginación.

Me pareció que había dormido un año. Yo no sé por qué pintan al tiempo con alas. Yo lo pintaría con pies de plomo. Sería que las cosas que más deseo, son siempre las que más tardan en suceder. Verdad es que las que más me gustan me parece que pasan con demasiada velocidad.

Llamé un asistente, vino, abrió la puerta, me levanté, me vestí y salí del rancho.

Decididamente me iba ese mismo día y no era emperador. Lo uno me consoló de lo otro. Francamente, el imperio ranquelino era más hermoso visto en sueños que despierto."

Pág 143.

"Antes de examinar su construcción entablé un diálogo conmigo mismo.

-A ver -me dije-, representante orgulloso de la civilización y del progreso moderno en la pampa, ¿Cómo harías tú un fuelle?

-¿Un fuelle?

-Sí, un fuelle, ¿no se llama así por la Academia Española "un instrumento para recoger viento y volverlo a dar"?, aunque habría sido más comprensible y digno de ella decir: "Un instrumento construido según ciertos principios de física, para recoger aire por medio de una válvula, y volverle a despedir con más o menos violencia, o voluntad del que lo maneje, por un cañón colocado a su extremo".

Entiendo, entiendo.

-Y bien, si entiendes, dime, ¿cómo lo harías?

-¿Cómo lo haría?

-¡Sí, hombre, por Dios! Parece que te hubiera puesto un problema insoluble.

-No digo eso.

-¿Entonces?

-Es que,...

-¡Ah! Es que eres un pobre diablo, un fatuo del siglo XIX, un erudito a la violeta, un insensato que no quieres confesar tu falta de ingenio.

-¿Yo?...

-Sí, tú, has entrado en el miserable toldo de un indio a quien un millón de veces has calificado de bárbaro, cuyo exterminio has preconizado en todos los tonos, en nombre de tu decantada y clemente civilización, te ves derrotado y no quieres confesar tu ignorancia.

-¿Mi ignorancia?

-Tu ignorancia, sí.

-¿Quieres acaso que me humille?

-Sí, humíllate y aprende una vez más que el mundo no se estudia en los libros.

Incliné la frente, me acerqué a la fragua, cogí el manubrio de ambos fuelles, los que estaban colocados en la misma línea horizontal, tiré, aflojé y se levantó una nube de ceniza."

Pág 169.

"Tanto que declamamos sobre nuestra sabiduría, tanto que leemos y estudiamos, ¿y para qué?

Para despreciar a un pobre indio, llamándole bárbaro, salvaje; para pedir su exterminio, porque su sangre, su raza, sus instintos, sus aptitudes no son susceptibles de asimilarse con nuestra civilización empírica, que se dice humanitaria, recta y justiciera, aunque hace morir a hierro al que a hierro mata, y se ensangrenta por cuestión de amor propio, de avaricia, de engrandecimiento, de orgullo, que para todos nos presenta en nombre del derecho el filo de una espada, en una palabra, que mantiene la pena del talión porque si yo mato me matan; que en definitiva, lo que más respeta es la fuerza, desde que cualquier Breno de las batallas o del dinero es capaz de hacer inclinar de su lado la balanza de la justicia.

¡Ah! Mientras tanto, el bárbaro, el salvaje, el indio ese, que rechazamos y despreciamos, como si todos no derivásemos de un tronco común, como si la planta hombre no fuese única en su especie, el día menos pensado nos prueba que somos muy altaneros, que vivimos en la ignorancia, de una vanidad descomunal, irritante, que ha penetrado en la oscuridad nebulosa de los cielos con el telescopio, que ha suprimido las distancias por medio de la electricidad y del vapor, que volará mañana, quizá, convenido; pero que no destruirá jamás, hasta aniquilarla una simple partícula de la materia, ni le arrancará al hombre los secretos recónditos del corazón."

Pág 178-179.

"Promesas no ayudan a pagar; pero sirven siempre para salir del paso, y los indios, incansables cuando se trata de pedir, no se andan con escrúpulos cuando se trata de prometer.

Más o menos el mundo anda así en todas partes, los individuos, lo mismo que las naciones, encuentran todos los días en el arsenal de las perfidias humanas, pretextos y razones para faltar a la fe pública empeñada; y las muchedumbres en uno y otro hemisferio, se dejan llevar constantemente de las narices por los ambiciosos que las engañan y alucinan para explotarlas y dominarlas.

Ayer era Napoleón III erigido en campeón de las nacionalidades, triunfador en Magenta y Solferino, en nombre de la Federación Italiana; hoy es Bismarck en nombre del Germanismo al grito de la galofobia; mañana será otro Pedro el Grande en nombre del Panslavismo, valiéndose de la turbulencia moscovita, de la ignorancia de los siervos y del fanatismo religioso.

En América hemos tenido a Rosas, a Monagas, a López.

Todos ellos supieron encontrar la palabra misteriosa y magnética para fascinar al pueblo.

La libertad y la fraternidad universal siguen mientras tanto siendo una bella utopía, una santa aspiración del alma, y de hegemonía en hegemonía, dominados hoy por los unos, mañana por los otros, el hombre individual y el hombre colectivo caminan por rumbos distintos quién sabe dónde...

La perfección y la perfectibilidad parecen ser dos grandes quimeras. Rodamos a la ventura, y la mentira es la única verdad de que estamos en posesión.

Parece que Dios hubiera querido ponerle una gran barrera a la conciencia humana, para detenerla siempre que se atreve a penetrar en los tenebrosos limbos del mundo moral.

El sol se ponía majestuosamente, el horizonte estaba limpio y despejado; terso el cielo azul; sólo una que otra nube esmaltada con los colores del arco iris y suspendida a inmensas alturas, se descubría en la gigantesca bóveda; soplaba una brisa ricamente oxigenada, blanda y fresca; las espadañas se columpiaban graciosamente sobre su tallo flexible reflejándose en las claras aguas de la laguna hasta humedecer en ellas sus albos penachos, como voluptuosas náyades de bella y blanca faz que al borde de la fuente empaparan las puntas de sus sueltos cabellos, mirándose distraídas y enamoradas de sí mismas en el espejo líquido y sereno.

El cielo y la tierra con sus indicios seguros, auguraban una noche apacible y un día hermoso como el que acababa de transcurrir. Convenía, pues, aprovechar los pocos momentos de luz que quedaban. No sé qué vago y falso presentimiento oprimía angustiosamente mi pecho."

Pág 188-189.

"El sentimiento de la disciplina no mata los grandes afectos, es mentira; pero hace que el hombre, reprimiéndose, se acostumbre a disimular todas sus impresiones, hasta las más tiernas y honrosas.
Cuántas veces a causa de eso no pasan por seres sin corazón los que se hallan sujetos a las terribles leyes de la obediencia pasiva, a esas leyes que en todas partes mantienen divorciado al soldado con el ciudadano, que contra el espíritu del siglo permanecen estacionarias, como monumentos inamovibles de esclavitud, sin que la marea generosa que agita al mundo civilizado desde la caída del imperio romano, hacen al soldado tanto más grande, cuanto mayor es la servidumbre que le oprime."

Pág 190.

Si hay algo imposible de determinar, es el grado de civilización a que llegará cada raza: y si hay alguna teoría calculada para justificar el despotismo, es la teoría de la fatalidad histórica.

Las calamidades que afligen a la humanidad nacen de los odios de razas, de las preocupaciones inveteradas, de la falta de benevolencia y de amor.

Por eso el medio más eficaz de extinguir la antipatía que suele observarse entre ciertas razas en los países donde los privilegios han creado dos clases sociales, una de opresores y otra de oprimidos, ES LA JUSTICIA.

Pero esta palabra seguirá siendo un nombre vano, mientras al lado de la declaración de que todos los hombres son iguales, se produzca el hecho irritante, de que los mismos servicios y las mismas virtudes no merecen las mismas recompensas, que los mismos vicios y los mismos delitos no son igualmente castigados."

"El día estaba en calma, mi alma alegre.

Reímos sin inquietud cuando debiéramos estar taciturnos o gemir. ¡Somos unos insensatos!

Y cuando tenemos un momento lúcido es para exclamar amargamente: ¡ay! ...

Yo amo, sin embargo, el dolor y hasta el remordimiento, porque me devuelve la conciencia de mí mismo."

Pág 201-202.

En Una excursión a los indios ranqueles vol II, Mansilla, Lucio V, CEAL, 1980.

lunes, 27 de agosto de 2007

"Una excursión a los indios ranqueles vol I" de Lucio V Mansilla



"Digan lo que quieran, si la felicidad existe, si la podemos concretar y definir, ella está en los extremos. Yo comprendo las satisfacciones del rico y las del pobre; las satisfacciones del amor y del odio; las satisfacciones de la oscuridad y las de la gloria. Pero ¿quién comprende las satisfacciones de los términos medios; las satisfacciones de la indiferencia; las satisfacciones de ser cualquier cosa?
Yo comprendo que haya quien diga: -Me gustaría ser Leonardo Pereira, potentado del dinero.
Pero que haya quien diga: -Me gustaría ser el almacenero de enfrente, don Juan o don Pedro, un nombre de pila cualquiera, sin apellido notorio -eso no.
Y comprendo que haya quien diga: -Yo quisiera ser limpiabotas o vendedor de billetes de lotería.
Yo comprendo el amor de Julieta y Romeo, como comprendo el odio de Silva por Hernani, y comprendo también la grandeza del perdón.
Pero no comprendo esos sentimientos que no responden a nada enérgico, ni fuerte, a nada terrible o tierno.
Yo comprendo que haya en esta tierra quien diga: -Yo quisiera ser Mitre, el hijo mimado de la fortuna y de la gloria, o sacristán de San Juan.
Pero que haya quien diga: -Yo quisiera ser el coronel Mansilla -eso no lo entiendo, porque al fin, ese mozo ¿quién es?"

Pág 7.

"Es indudable que la civilización tiene sus ventajas sobre la barbarie; pero no tantas como aseguran los que se dicen civilizados. La civilización consiste, si yo me hago una idea exacta de ella, en varias cosas.

En usar cuellos de papel, que son los más económicos, botas de charol y guantes de cabritilla. En que haya muchos médicos y muchos enfermos, muchos abogados y muchos pleitos, muchos soldados y muchas guerras, muchos ricos y muchos pobres. En que se impriman muchos periódicos y circulen muchas mentiras. En que se edifiquen muchas casas, con muchas piezas y muy pocas comodidades. En que funcione un gobierno compuesto de muchas personas como presidente, ministros, congresales, y en que se gobierne lo menos posible. En que haya muchísimos hoteles y todos muy malos y todos muy caros."

Pág 58.

"La impaciencia patriótica puede hacernos incurrir en grandes errores; el estudio paciente hará que no caigamos en la equivocación.
No puedo hablar como un sabio: hablo como un hombre observador.
Tengo la carta de la República en la imaginación y me falta el teodolito y el compás.(...)
Incito a meditar sobre este gran problema del comercio y de la civilización."

"Y como siempre que bajo ciertas impresiones levantamos nuestro espíritu, la visión de la Patria se presenta, y pensé un instante en el porvenir de la República Argentina el día en que la civilización, que vendrá con la libertad, con la paz, con la riqueza, invada aquellas comarcas desiertas, destituidas de belleza, sin interés artístico, pero adecuadas a la cría de ganados y a la agricultura. Allí hay pastos abundantes, leña para toda la vida, y agua la que se quiera sin gran trabajo, como que inagotables corrientes artesianas surcan las Pampas convidando a la labor."

Pág 73.

"Yo coloqué mi cabeza en una pequeña eminencia, poniendo encima un poncho doblado a guisa de almohada, y me dormí profundamente.

Tuve un sueño y una visión envuelta en estas estrofas de Manzoni, a manera de guirnalda o de aureola luminosa:

Tutto e provó; la gloria
Maggior dopo il periglio,
La fuga, e la vittoria,
La reggia, e il triste esiglio.
Due volte nella polvere,
Due volte sugli altar.
Me creía un conquistador, un Napoleón chiquito.

De improviso sentí, como si la cabeza se me escapara; hice fuerzas con la cabeza, endureciendo el pescuezo; la tierra se movía; yo no estaba del todo despierto, ni del todo dormido. La cabecera seguía escapándoseme, creí que soñaba, fui a darme vuelta y un objeto con cuatro patas, negro y peludo, corrió... Había hecho cabecera de una mulita.
Los héroes como yo tienen sus visiones así, sobre reptiles, y las páginas de nuestra historia no pueden terminar sino poniendo al fin de cada capítulo el terrible lasciate ogni speranza.
Dejemos dormir a mi gente un rato, mientras yo compongo mi cabecera."

Pág 83-84.

"Cuando creemos llegar a la cumbre de la montaña con la piedra nos derrumbamos a medio camino. Nos creemos al borde de la playa apetecida y nos envuelve la vorágine irritada.
Esperamos ansiosos la tierna y amorosa confidencia y nos llega en perfumado y pérfido billete un ¡olvidadme! Ofrecemos una puñalada y somos capaces de humillarnos a la primera mirada compasiva.
¡Cuán cierto es que el hombre no alcanza a ver más allá de su nariz!"

Pág 85.

"No había sido fácil empresa llegar hasta la morada de Mariano Rosas. ¡Hasta los bárbaros saben rodearse de aparato teatral para deslumbrar o embaucar a la multitud!"

Pág 129.

"Volvamos a la junta, a ver si se parece o no a lo que he dicho. Reúnese ésta, nómbrase un orador, una especie de miembro informante, que expone y defiende contra uno, contra dos, o contra más, ciertas y determinadas proposiciones. El que quiere le ayuda.

El miembro informante suele ser el cacique. El discurso se lleva estudiado, el tono y las formas son semejantes al tono y las formas de la conversación en parlamento, con la diferencia de que en la junta se admiten las interrupciones, los silbidos, los gritos, las burlas de todo género. Hay juntas muy ruidosas, pero todas, excepto algunas memorables que acabaron a capazos, tienen el mismo desenlace. Después de mucho hablar, triunfa la mayoría aunque no tenga razón. Y aquí es el caso de hacer notar que el resultado de una junta se sabe siempre de antemano, porque el cacique principal tiene buen cuidado de catequizar con tiempo a los indios y capitanejos más influyentes en la tribu.

Todo lo cual prueba que la máquina constitucional llamada por la libertad Poder Legislativo, no es una invención moderna extraordinaria; que en algo nos parecemos a los indios, o, como diría fray Gerundio: que en todas partes se cuecen habas."

Pág 136.

"Mientras yo pasaba revista de aquellos bárbaros, me acordaba del dicho de Alcibíades: A donde fueres, haz lo que vieres, y rumiaba: ¡Te había de haber traído a visitar los ranqueles!"

Pág 160. (ver pág 161 cuando grita con los indios...)

"Como todo pueblo que se organiza, él presenta cuadros los más opuestos.
Grandes y populosas ciudades como Buenos Aires, con todos los placeres y halagos de la civilización, teatros, jardines, paseos, palacios, templos, escuelas, museos, vías férreas, una agitación vertiginosa -en medio de unas calles estrechas, fangosas, sucias, fétidas, que no permiten ver el horizonte, ni el cielo limpio y puro, sembrado de estrellas relucientes, en las que yo me ahogo, echando de menos mi caballo.
Fuera de aquí, campos desiertos, grandes heredades, donde vegeta el proletario en la ignorancia y en la estupidez.
La iglesia, la escuela, ¿dónde están?
Aquí, el ruido del tráfago y la opulencia que aturde.
Allá, el silencio de la pobreza y la barbarie que estremece.
Aquí, todo aglomerado como un grupo de moluscos, asqueroso, por el egoísmo.
Allí, todo disperso, sin cohesión, como los peregrinos de la tierra de promisión, por el egoísmo también.
Tesis y antítesis de la vida de una república.
Eso dicen que es gobernar y administrar.
¡Y para lucirse mejor, todos los días clamando por gente, pidiendo inmigración!
Me hace el efecto de esos matrimonios imprevisores, sin recursos, miserables, cuyo único consuelo es el de la palabra del Verbo: creced y multiplicaos."

Pág 197.

"Saboreaba el suave beleño; soñaba que yo era el conquistador del desierto; que los aguerridos ranqueles, magnetizados por los ecos de la civilización, habían depuesto sus armas; que se habían reconcentrado formando aldeas; que la iglesia y la escuela habían arraigado sus cimientos en aquellas comarcas desheredadas; que la voz del Evangelio ahogaba las preocupaciones de la idolatría; que el arado, arrancándole sus frutos óptimos a la tierra, regada con fecundo sudor, producía abundantes cosechas; que el estrépito de los malones invasores había cesado, pensando sólo, aquellos bárbaros infelices, en multiplicarse y crecer, en aprovechar las estaciones propicias, en acumular y guardar, para tener una vejez tranquila y legarles a sus hijos un patrimonio pingüe; que yo era el patriarca respetado y venerado, el benefactor de todos, y que el espíritu maligno, viéndome contento de mi obra útil y buena, humanitaria y cristiana, me concitaba a una mala acción, a dar mi golpe de estado. (...)
Apártate de ese camino, ¡insensato!, ¡imprevisor, loco! ¡Escucha la palabra de la experiencia, hazte proclamar y coronar emperador! Imita a Aurelio I. Tienes un nombre romano. Lucius Victorius imperator sonará bien al oído de la multitud.

Yo escuchaba con cierto placer mezclado de desconfianza las amonestaciones tentadoras; ideaba ya si el trono en que me había de sentar, la diadema que había de ceñir y el cetro que había de empuñar, cuando subiera al capitolio, serían de oro macizo o de cuero de potro y madera de caldén, cuando una voz que reconocí entre sueños llamó a mi puerta diciendo (...)"

Pág 205.

"Que la civilización haga sus comentarios y se conteste a sí misma, si bárbaros que tienen el sentimiento de la bondad para con los animales son susceptibles o no de una generosa redención."

Pág 225.

"Llamé a los franciscanos para que los recién llegados les conocieran.
Vinieron. Con su aire dulce y manso saludaron a todos, siendo objeto de demostraciones de respeto. El sacerdote es para los indios algo de venerando.
Hay en ellos un germen fecundo que explotar en bien de la religión, de la civilización y de la humanidad.
Mientras tanto ¿qué se ha hecho?
¿Cómo se llaman, pregunto yo, los mártires generosos que han dado el noble ejemplo de ir a predicar el Evangelio entre los infieles de esta parte del continente americano?
¿Cuántas cruces ha regado la barbarie con sangre de misioneros propagadores de la fe?
¡Ah!, esta civilización nuestra puede jactarse de todo, hasta de ser cruel y exterminadora consigo misma. Hay, sin embargo, un título modesto que no puede reivindicar todavía: es haber cumplido con los indígenas los deberes del más fuerte. Ni siquiera clementes hemos sido. Es el peor de los males."

Pág 228-229.

"Como ves, Santiago amigo, el espectáculo que presenta el toldo de un indio, es más consolador que el que presenta el rancho de un gaucho. Y no obstante, el gaucho es un hombre civilizado. ¿O son bárbaros? ¿Cuáles son los verdaderos caracteres de la barbarie?

En el toldo de un indio hay divisiones para evitar la promiscuidad de los sexos: camas cómodas, asientos, ollas, platos, cubiertos, una porción de utensilios que revelan costumbres, necesidades.

En el rancho de un gaucho falta todo. El marido, la mujer, los hijos, los hermanos, los parientes, los allegados, viven todos juntos y duermen revueltos. ¡Qué escena aquélla para la moral! En el rancho del gaucho, no hay generalmente puerta.

Se sientan en el suelo, en duros pedazos de palo, o en cabezas de vaca disecadas. No usan tenedores, ni cucharas, ni platos. Rara vez hacen puchero, porque no tienen olla. Cuando lo hacen, beben el caldo en ella, pasándosela unos a otros. No tienen jarro, un cuerno de buey lo suple. A veces ni esto hay. Una caldera no falta jamás, porque hay que calentar agua para tomar mate. Nunca tiene tapa. Es un trabajo taparla y destaparla. La pereza se la arranca y la bota. El asado se asa en un asador de hierro, o de palo, y se come con el mismo cuchillo con que se mata al prójimo, quemándose los dedos. ¡Qué triste y desconsolador es todo esto! Me parte el alma tener que decirlo. Pero para sacar de su ignorancia a nuestra orgullosa civilización, hay que obligarla a entablar comparaciones.

Así se replegará cuanto antes sobre sí misma, y comprenderá que la solución de los problemas sociales de esta tierra es apremiante. La suerte de las instituciones libres, el porvenir de la democracia y de la libertad serán siempre inseguros mientras la masas populares permanezcan en la ignorancia y atraso.

El cabrío emisario de las leyes tienen que ser las costumbres. Dadme una asociación de hombres cualquiera con hábitos de trabajo, con necesidades, con decencia, y os prometo en poco tiempo un pueblo con leyes bien calculadas. El bien es una utopía cuando la semilla que debe producirlo no está sazonada. La aspiración de la libertad racional es una quimera, cuando los instrumentos que deben practicarla son corrompidos."

Pág 230-231.

En Una excursión a los indios ranqueles vol I de Lucio V Mansilla, CEAL, 1980.

"Azul casi transparente" de Ryu Murakami



""Sin embargo, sé muy bien que no estoy soñando. Sé que mis ojos están abiertos y que estoy aquí, por eso estoy asustado. Estoy tan asustado que tengo ganas de morirme, de que me mates. Te lo juro, quiero que me mates, me asusto sólo de estar aquí, sin moverme.(...)"

Pág 137.

"-Lilly, ése es el pájaro, mira bien, esa ciudad es el pájaro, no es una ciudad ni nada por el estilo, no hay gente ni cosa que viva allí. Es el pájaro ¿no lo ves?¿De verdad que no lo ves? Cuando ese tío les gritó a los misiles que explotaran en el desierto, estaba tratando de matar al pájaro. Tenemos que matar al pájaro, si no lo matamos no sé que será de mí. El pájaro se interpone en mi camino, está ocultando lo que yo quiero ver. Mataré al pájaro, Lilly, si no lo mato, me matará a mí. Lilly, dónde estás, ven y ayúdame a matar al pájaro, Lilly, no puedo ver, Lilly, no veo nada.
Rodé por el suelo. Oí como Lilly salía corriendo. Luego el ruido de un coche arrancando.
La bombilla giró locamente. El pájaro estaba volando fuera. Lilly se había ido, el gran pájaro negro estaba volando fuera. Lilly se había ido, el gran pájaro negro estaba acercándose. Recogí un pedazo de cristal de la alfombra, lo apreté firmemente con la mano y me lo clavé en mi brazo tembloroso."

Pág 139

En Azul casi transparente de Ryu Murakami, 1997, Editorial Anagrama, Barcelona.

sábado, 25 de agosto de 2007

"Argirópolis" (1850) de Domingo Faustino Sarmiento

"El gobierno de Buenos Aires tendrá bajo su pie a los pueblos del interior por la aduana del puerto único, como el carcelero a los presos por la puerta que custodia."

Pág 40.

"No maldigamos de la Providencia, que dispone y dirige los acontecimientos humanos. Deploremos nuestros propios extravíos, que han concitado contra nosotros tantos intereses y tantas pasiones; pero antes de entregarnos al desaliento, busquemos el medio de conciliar nuestra dignidad nacional con los intereses de los demás, y sacar del mal mismo de que somos víctimas el remedio de estorbar en lo sucesivo la repetición de iguales calamidades. Acaso la Providencia ha querido favorecernos, poniendo límites forzosos a nuestros deseos desordenados y ligando de tal manera intereses diversos, que de la solución que las circunstancias del momento exigen resulte la prosperidad de los Estados del Río de la Plata y la libertad de los pueblos que los forman."

Pág 67 (ver también 68) para reseña sobre su relación con el Paraguay y el Uruguay.

"(...) nosotros preguntaríamos a los sitiadores y a los sitiados en Montevideo, aquellas dos partes de una nación empeñadas ocho años en una lucha fratricida, si hallan dificultad insuperable, invencible para asociarse al Paraguay y a la República Argentina en una federación con el nombre de Estados Unidos de la América de Sur, u otro que borre todo asomo de desigualdad."

Pág 70-71

"El local para la reunión del congreso general ha de estar de tal manera situado , con tales garantías resguardado, que todas las opiniones se hallen en completa libertad, todos los intereses respetados, y todas las susceptibilidades puestas a cubierto de cualquier viso de humillación. Si no existiera este lugar privilegiado en el Río de la Plata, debiera inventarse uno que estuviese al abrigo de toda conexión e influencia de los diversos Estados. Si no hubiese una nación que por su respetabilidad pudiese garantir este terreno neutro, debiera invocarse la protección de alguna de las que han tomado parte en la cuestión del Plata."

Pág 79

"Si se consulta el mapa geográfico de la República Argentina se notará que es, casi sin excepción de país alguno de la tierra, el más ruinosamente organizado para la distribución proporcional de la riqueza, el poder y la civilización por todas las provincias confederadas."

Pág 84

"La estrechez de ideas que prevalece entre nosotros ha hecho creer a muchos espíritus mezquinos que Buenos Aires no podía engrandecerse sino con la ruina de Montevideo y la estancación, nulidad y atraso de las provincias."

Pág 106

"Guardémonos de los que nos hablan de la seguridad nacional para cerrar los ríos al comercio europeo, mientras ellos llenan la bolsa abriendo sus puertos a ese mismo comercio; guardémonos de los que nos aconsejan permanecer en la inacción y en la miseria, mientras ellos ven crecer a influjo del comercio extranjero sus ciudades, su riqueza y esplendor. Los sacrificios, como las ventajas, deben distribuirse proporcionalmente entre todos los asociados; de lo contrario, se constituiría una sociedad leonina, en la que el uno tendría el poder y los otros la sumisión, el uno la riqueza y la miseria los otros. Veinte años de tristísima experiencia han debido aleccionar a los que ni pueden ni quieren ser el león de la fábula."

Pág 113

"Cuando por otra parte brillan en la tierra cuatro o cinco grandes naciones, los hechos y los hombres de las pequeñas pasan inapercibidos, valiendo más ser diputado de la cámara baja en Inglaterra que presidente en una república oscura."

Pág 118

"¿Han cumplido los gobiernos federales tan solemnes promesas en 23 años transcurridos?¿De quiénes dirá la historia imparcial que abusaron de la confianza y sinceridad de los pueblos?
Por otra parte, los unitarios, proscriptos, perseguidos a muerte, condenados al exterminio por las leyes de sangre y de odio, ¿tenían o no derecho de desconocer un sistema provisorio que había mentido a sus promesas, que no era expresión de la nación, legítimamente manifestada en un congreso prometido?"

Pág 131. (ver página entera de todos modos)

"No es rico el que tiene plata, sino el que produce y sabe gozar del fruto de su trabajo. Nosotros no seremos fabricantes sino con el lapso de los siglos y con la aglomeración de millones de habitantes; nuestro medio sencillo de riqueza está en la exportación de las materias primeras que la fabricación europea necesita."

Pág 138.

"Nosotros necesitamos mezclarnos a la población de países más adelantados que el nuestro, para que nos comuniquen sus artes, sus industrias, su actividad y su aptitud al trabajo."

Pág 140 (ver página 141 también)

"El mal no está en los hombres, sino en la falta de instituciones, en la falsedad de posición de cada uno de los personajes de este extraño drama."

Pág 147.

"¿Qué hacen, por ejemplo, esos enviados que ganan diez mil pesos anuales en Washington, Janeiro, Londres, París? Arrastrarse ante gobiernos que no hacen caso de ellos, o confundirse entre las turbas de diplomáticos haraganes, dándose aire de grandes señores y dándose buena vida con nuestras rentas.
Estos enviados deberían ser hombres laboriosos, ocupados exclusivamente de estudiar los medios que aquellas naciones emplean para enriquecerse; de ponerse en contacto con los hombres que por su ciencia, su industria, nos convendría hacer venir a nuestro país. Nuestras embajadas en Europa deberían ser oficinas públicas, para procurarnos y enviarnos millares de emigrantes laboriosos, para seducir hombres eminentes, para predisponer por la prensa la opinión de la Europa en favor de nuestros países, poco conocidos hasta hoy, si no es por sus guerras y sus desórdenes.
Oficinas de este género establecidas en Burdeos, Havre, Cádiz, Génova, Rotterdam, Hamburgo, nos enviarían cien mil emigrantes por año, que en uno sólo cubrirían de mieses los campos y ciudades de todo el bello territorio de Entre Ríos."

Pág 153-154.

"Tenemos un ejército y las disposiciones guerreras de los argentinos los hacen aptos para la vida militar.¿Qué hemos hecho en diez años con nuestro ejército? Acamparlo en el cerrito de Montevideo para que destruya ganados y mate hombres extraviados, porque, o no hemos podido, o no hemos querido tomar la plaza; pero en uno y otro caso no hay gloria ni provecho."

Pág 154.

"Las tribus salvajes que quedasen cortadas por esta línea de puestos alcanzados, no resistirán largo tiempo a la amenaza de ser aniquiladas, cogidas entre dos fuerzas y diezmadas."

Pág 155. (ver página entera)

"El Departamento Topográfico, hecho nacional, debiera ser el foco de donde partiesen y a donde volvieran todos los trabajos de reconocimiento, conmensuración y demás."

Pág 159. (ver página entera)

"(...)atraer rápidamente la emigración europea, que por el miedo que les inspiramos pasa a establecerse en países más remotos; solicitarla, promoverla, alentarla, hasta que se establezca una corriente natural y espontánea, hasta que desde los puertos de Europa hasta las márgenes del Plata pueda verse una línea no interrumpida de embarcaciones. Esto no es imposible ni lejano."

Pág 163

En Argirópolis, Sarmiento, Domingo Faustino, Buenos Aires, Losada, 2007.

"Facundo" (1845) de Domingo Faustino Sarmiento.



Introduccion

"Un día vendrá, al fin, que lo resuelvan; y la Esfinge Argentina, mitad mujer, por lo cobarde, mitad tigre, por lo sanguinario, morirá a sus plantas, dando a la Tebas del Plata el rango elevado que le toca entre las naciones del Nuevo Mundo.
Necesítase, empero, para desatar este nudo que no ha podido cortar la espada, estudiar prolijamente las vueltas y revueltas de los hilos que lo forman, y buscar en los antecedentes nacionales, en la fisonomía del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, los puntos en que están pegados."

Pág 36.

"A la América del Sur en general, y a la República Argentina sobre todo, le ha hecho falta un Tocqueville, que, premunido del conocimiento de las teorías sociales, como el viajero científico de barómetros, octantes y brújulas, viniera a penetrar en el interior de nuestra vida política, como en un campo vastísimo y aún no explorado ni descrito por la ciencia, y revelase a la Europa, a la Francia, tan ávida de fases nuevas en la vida de las diversas porciones de la humanidad, este nuevo modo de ser, que no tiene antecedentes bien marcados y conocidos."

Pág 37.

"¿No habéis oído la palabra salvaje, que anda revoloteando sobre nuestras cabezas?
De eso se trata: de ser o no ser salvaje. ¿Rosas, según esto, no es un hecho aislado, una aberración, una monstruosidad? ¿Es, por el contrario, una manifestación social; es una fórmula de una manera de ser de un pueblo? ¿Para qué os obstináis en combatirlo, pues, si es fatal, forzoso, natural y lógico? ¡Dios mío! ¡Para qué lo combatís!... ¿Acaso porque la empresa es ardua, es por eso absurda? ¿Acaso porque el mal principio triunfa, se le ha de abandonar resignadamente el terreno? ¿Acaso la civilización y la libertad son débiles hoy en el mundo, porque la Italia gima bajo el peso de todos los despotismos, porque la Polonia ande errante sobre la tierra mendigando un poco de pan y un poco de libertad? ¡Por qué lo combatís!... ¿Acaso no estamos vivos los que después de tantos desastres sobrevivimos aún; o hemos perdido nuestra conciencia de lo justo y del porvenir de la patria, porque, hemos perdido algunas batallas? ¡Qué!, ¿se quedan también las ideas entre los despojos de los combates? ¿Somos dueños de hacer otra cosa que lo que hacemos, ni más ni menos como Rosas no puede dejar de ser lo que es? ¿No hay nada de providencial en estas luchas de los pueblos? ¿Concedióse jamás el triunfo a quien no sabe perseverar? Por otra parte, ¿hemos de abandonar un suelo de los más privilegiados de la América a las devastaciones de la barbarie, mantener cien ríos navegables, abandonados a las aves acuáticas que están en quieta posesión de surcarlos ellas solas ab initio?
¿Hemos de cerrar voluntariamente la puerta a la inmigración europea que llama con golpes repetidos para poblar nuestros desiertos, y hacernos, a la sombra de nuestro pabellón, pueblo innumerable como las arenas del mar? ¿Hemos de dejar, ilusorios y vanos, los sueños de desenvolvimiento, de poder y de gloria, con que nos han mecido desde la infancia, los pronósticos que con envidia nos dirigen los que en Europa estudian las necesidades de la humanidad? Después de la Europa, ¿hay otro mundo cristiano civilizable y desierto que la América? ¿Hay en la América muchos pueblos que estén, como el argentino, llamados, por lo pronto, a recibir la población europea que desborda como el líquido en un vaso? ¿No queréis, en fin, que vayamos a invocar la ciencia y la industria en nuestro auxilio, a llamarlas con todas nuestras fuerzas, para que vengan a sentarse en medio de nosotros, libre la una de toda traba puesta al pensamiento, segura la otra de toda violencia y de toda coacción? ¡Oh! ¡Este porvenir no se renuncia así nomás! No se renuncia porque un ejército de 20.000 hombres guarde la entrada de la patria: los soldados mueren en los combates, desertan o cambian de bandera. No se renuncia porque la fortuna haya favorecido a un tirano durante largos y pesados años: la fortuna es ciega, y un día que no acierte a encontrar a su favorito, entre el humo denso y la polvareda sofocante de los combates, ¡adiós tirano!; ¡adiós tiranía! No se renuncia porque todas las brutales e ignorantes tradiciones coloniales hayan podido más, en un momento de extravío, en el ánimo de masas inexpertas: las convulsiones políticas traen también la experiencia y la luz, y es ley de la humanidad que los intereses nuevos, las ideas fecundas, el progreso, triunfen al fin de las tradiciones envejecidas, de los hábitos ignorantes y de las preocupaciones estacionarias. No se renuncia porque en un pueblo haya millares de hombres candorosos que toman el bien por el mal, egoístas que sacan de él su provecho, indiferentes que lo ven sin interesarse, tímidos que no se atreven a combatirlo, corrompidos, en fin, que no conociéndolo se entregan a él por inclinación al mal, por depravación: siempre ha habido en los pueblos todo esto, y nunca el mal ha triunfado definitivamente. No se renuncia porque los demás pueblos americanos no puedan prestarnos su ayuda; porque los gobiernos no ven de lejos sino el brillo del poder organizado, y no distinguen en la oscuridad humilde y desamparada de las revoluciones los elementos grandes que están forcejeando por desenvolverse; porque la oposición pretendida liberal abjure de sus principios, imponga silencio a su conciencia, y por aplastar bajo su pie un insecto que la importuna, huelle la noble planta a que ese insecto se apegaba. No se renuncia porque los pueblos en masa nos den la espalda a causa de que nuestras miserias y nuestras grandezas están demasiado lejos de su vista para que alcancen a conmoverlos. ¡No!; no se renuncia a un porvenir tan inmenso, a una misión tan elevada, por ese cúmulo de contradicciones y dificultades: ¡las dificultades se vencen, las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas!"

Pág 39-40-41.

"Es de otro personaje de quien debo ocuparme: Facundo Quiroga es el caudillo cuyos hechos quiero consignar en el papel." (luego de escribir sobre Rosas numerosos párrafos...)

"He creído explicar la revolución argentina con la biografía de Juan Facundo Quiroga, porque creo que él explica suficientemente una de las tendencias, una de las dos fases diversas que luchan en el seno de aquella sociedad singular."

"(...)porque en Facundo Quiroga no veo un caudillo simplemente, sino una manifestación de la vida argentina tal como la han hecho la colonización y las peculiaridades del terreno, a lo cual creo necesario consagrar una seria atención, porque sin esto la vida y hechos de Facundo Quiroga son vulgaridades que no merecerían entrar sino episódicamente en el dominio de la historia. Pero Facundo en relación con la fisonomía de la naturaleza grandiosamente salvaje que prevalece en la inmensa extensión de la República Argentina; Facundo, expresión fiel de una manera de ser de un pueblo, de sus preocupaciones e instintos; Facundo, en fin, siendo lo que fue, no por un accidente de su carácter, sino por antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad, es el personaje histórico más singular, más notable, que puede presentarse a la contemplación de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran movimiento social no es más que el espejo en que se reflejan en dimensiones colosales las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de su historia."

Pág 43.

Capítulo 1

"El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión; el desierto la rodea por todas partes y se le insinúa en las entrañas; la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son, por lo general, los límites incuestionables entre unas y otras provincias.Allí la inmensidad por todas partes: inmensa la llanura, inmensos los bosques, inmensos los ríos, el horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra, entre celajes y vapores tenues, que no dejan, en la lejana perspectiva, señalar el punto en el que el mundo acaba y principia el cielo."

Pág 51-52


"El que muere en estas ejecuciones del capataz no deja derecho a ningún reclamo, considerándose legítima la autoridad que lo ha asesinado. Así es como en la vida argentina empieza a establecerse el predominio de la fuerza brutal, la preponderancia del más fuerte, la autoridad sin límites y sin responsabilidad de los que mandan, la justicia administrada sin formas y sin debates."

Pág 58.

Sobre las ciudades

"La ciudad es el centro de la civilización argentina, española, europea; allí están los talleres de las artes, las tiendas del comercio, las escuelas y colegios, los juzgados, todo lo que caracteriza, en fin, a los pueblos cultos. La elegancia en los modales, las comodidades del lujo, los vestidos europeos, el frac y la levita tienen allí su teatro y su lugar conveniente."

"El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada tal como la conocemos en todas partes: allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción, alguna organización municipal, el gobierno regular, etc. Saliendo del recinto de la ciudad todo cambia de aspecto: el hombre de campo lleva otro traje, que llamaré americano por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diversos, sus necesidades peculiares y limitadas: parecen dos sociedades distintas, dos pueblos extraños uno de otro. Aún hay más; el hombre de la campaña, lejos de aspirar a semejarse al de la ciudad, rechaza con desdén su lujo y sus modales corteses; y el vestido del ciudadano, el frac, la silla, la capa, ningún signo europeo puede presentarse impunemente en la campaña. Todo lo que hay de civilizado en la ciudad está bloqueado allí, proscrito afuera; y el que osara mostrarse con levita, por ejemplo, y montado en silla inglesa, atraería sobre sí las burlas y las agresiones brutales de los campesinos."

Pág 61.

"(...)no puede haber progreso sin la posesión permanente del suelo, sin la ciudad, que es la que desenvuelve la capacidad industrial del hombre y le permite extender sus adquisiciones."

Pág 62.

Sobre las mujeres del campo

"Las mujeres guardan la casa, preparan la comida, trasquilan las ovejas, ordeñan las vacas, fabrican los quesos, y tejen las groseras telas de que se visten: todas las ocupaciones domésticas, todas las industrias caseras las ejerce la mujer: sobre ella pesa casi todo el trabajo(...)"

Sobre la educacion de los niños en el campo

"Los niños ejercitan sus fuerzas y se adiestran por placer en el manejo del lazo y de las bolas, con que molestan y persiguen sin descanso a las terneras y cabras: cuando son jinetes, y esto sucede luego de aprender a caminar, sirven a caballo en algunos quehaceres: más tarde, y cuando ya son fuertes, recorren los campos cayendo y levantando, rodando a designio en las vizcacheras, salvando precipicios, y adiestrándose en el manejo del caballo: cuando la pubertad asoma, se consagran a domar potros salvajes, y la muerte es el castigo menor que les aguarda, si un momento les faltan las fuerzas o el coraje. Con la juventud primera viene la completa independencia y la desocupación."

Pág 66-67.

"Los argentinos, de cualquier clase que sean, civilizados o ignorantes, tienen una alta conciencia de su valer como nación; todos los demás pueblos americanos les echan en cara esta vanidad, y se muestran ofendidos de su presunción y arrogancia. Creo que el cargo no es del todo infundado, y no me pesa de ello. ¡Ay del pueblo que no tiene fe en sí mismo! ¡Para ése no se han hecho las grandes cosas!"

Pág 67

"La vida del campo, pues, ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas, sin ninguna de las de la inteligencia. Su carácter moral se resiente de su hábito de triunfar de los obstáculos y del poder de la naturaleza: es fuerte, altivo, enérgico."

Pág 68.

Capítulo 2

Literatura nacional

"Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedes americanas, es el que resultará de la descripción de las grandiosas escenas naturales, y, sobre todo, de la lucha entre la civilización europea y la barbarie indígena, entre la inteligencia y la materia: lucha imponente en América, y que da lugar a escenas tan peculiares, tan características y tan fuera del círculo de ideas en que se ha educado el espíritu europeo, porque los resortes dramáticos se vuelven desconocidos fuera del país donde se toman, los usos sorprendentes, y originales los caracteres."

Pág 71.

Sobre la poesía

"La poesía, para despertarse, (porque la poesía es como el sentimiento religioso, una facultad del espíritu humano), necesita el espectáculo de lo bello, del poder terrible, de la inmensidad, de la extensión, de lo vago, de lo incomprensible, porque donde acaba lo palpable y vulgar, empiezan las mentiras de la imaginación, el mundo ideal."

Pág 73.

Asincronía en el Siglo XIX (pensar en Germani)

"En la República Argentina, se ven a un tiempo, dos civilizaciones distintas en un mismo suelo: una naciente, que, sin conocimiento de lo que tiene sobre su cabeza, está remedando los esfuerzos ingenuos y populares de la Edad media; otra que, sin cuidarse de lo que tiene a sus pies, intenta realizar los últimos resultados de la civilización europea. El siglo XIX y el siglo XII viven juntos: el uno, dentro de las ciudades; el otro, en las campañas."

Pág 85-86.

Luego:
-El rastreador Pág 78-79-80
-El baqueano Pág 80-82-83
-El gaucho malo Pág 83-84-85
-El cantor Pág 85-86-87

Capítulo 3

"El caballo es una parte integrante del argentino de los campos; es para él lo que la corbata para los que viven en el seno de las ciudades."

Pág 90.

"Su objeto es sólo marcarlo, darle una tajada en la cara, dejarle una señal indeleble."

Pág 92. (ver y relacionar con el cuento "la forma de la espada" de JLB

"El caudillo argentino es un Mahoma que pudiera a su antojo cambiar la religión dominante y forjar una nueva. Tiene todos los poderes: su injusticia es una desgracia para su víctima, pero no un abuso de su parte; porque él puede ser injusto; más todavía, él ha de ser injusto necesariamente; siempre lo ha sido."

Pág 94.

Acerca de 1810

"Había antes de 1810 en la República Argentina dos sociedades distintas, rivales e incompatibles, dos civilizaciones diversas; la una española europea culta, y la otra, bárbara, americana, casi indígena; y la revolución de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos maneras distintas de ser de un pueblo se pusiesen en presencia una de otra, se acometiesen, y después de largos años de lucha, la una absorbiese a la otra."

Pág 95.

"Desenvolviéndose los acontecimientos, veremos las montoneras provinciales con sus caudillos a la cabeza; en Facundo Quiroga últimamente, triunfante en todas partes la campaña sobre las ciudades, y dominadas éstas en su espíritu, gobierno, civilización, formarse al fin el Gobierno Central Unitario despótico del estanciero D. Juan Manuel Rosas, que clava en la culta Buenos Aires el cuchillo del gaucho, y destruye la obra de los siglos, la civilización, las leyes y la libertad."

Pág 96.

Capítulo 4

"Este era el elemento que el célebre Artigas ponía en movimiento; instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos hostiles a la civilización europea y a toda organización regular; adverso a la monarquía como a la república, porque ambos venían de la ciudad, y traían aparejado un orden y la consagración de la autoridad. ¡De este instrumento se sirvieron los partidos diversos de las ciudades cultas, y principalmente el menos revolucionario, hasta que andando el tiempo, los mismos que lo llamaron en su auxilio, sucumbieron, y con ellos, la ciudad, sus ideas, su literatura, sus colegios, sus tribunales, su civilización!"

Pág 99.

"Para que una provincia haya podido producir en una época dada tantos hombres eminentes e ilustrados, es necesario que las luces hayan estado difundidas sobre un número mayor de individuos y sido respetadas y solicitadas con ahínco. Si en los primeros días de la revolución sucedía esto, ¿cuál no debería ser el acrecentamiento de luces, riqueza y población que hoy día debiera notarse, si un espantoso retroceso a la barbarie no hubiese impedido a aquel pobre pueblo continuar su desenvolvimiento?"

Pág 103.

"Dos siglos no bastarán para volverlas al camino que han abandonado, desde que la generación presente educa a sus hijos en la barbarie que a ella le ha alcanzado. ¿Pregúntasenos ahora por qué combatimos? Combatimos por volver a las ciudades su vida propia."

Pág 109.

Capítulo 5

Vida de Juan Facundo Quiroga

"La frenología y la anatomía comparada han demostrado en efecto, las relaciones que existen en las formas exteriores y las disposiciones morales, entre la fisonomía del hombre y de algunos animales, a quienes se asemeja en su carácter"

Pág 113.



En Facundo, Sarmiento, Domingo Faustino, Buenos Aires, Editorial Cántaro.

martes, 21 de agosto de 2007

"La ribera" de Enrique Wernicke



"Yo voy hacia los hombres como quien visita un nuevo paraje. Me gusta, necesito el paisaje de almas distintas, y si fuera pintor haría cuadros monumentales con sus historias. Al fin y al cabo, todo lo que a uno "le ha sucedido" no es más que el moblaje que llena ese hueco que es la existencia".

Pág 17.

""Susana jamás comprenderá esto", me digo. Sé que pienso cosas muy distantes, pero si alguien hurgara en mi silencio yo sólo acertaría a señalar los juncos y el cielo."

Pág 47.

"Siempre me ha preocupado ese misterio que tienen las relaciones amistosas; un día, como por milagro, todo cuanto uno dice y escucha resulta interesante, conmovedor o divertido. Y otro día, sin motivo aparente, dos personas que se conocen y se quieren no logran armar una frase que provoque interés. La charla languidece, uno comienza a notar los defectos físicos del amigo; arrugas, una nariz grotesca, una boca desdibujada, y por fin llega el momento en que casi se siente odio."

Pág 66.

"No consigo explicarme qué sentido tiene esta farsa.
En el cruce de Corrientes se alinea un destacamento de policía montada. Aquí se muestra Sudamérica. Si no fuera por las trazas de los milicos, por sus armas y sus caballos, cualquier extranjero ignoraría el gobierno de fuerza que impera en la Casa Rosada. Pero a nosotros, argentinos, estos esbirros nos recuerdan todas las lacras de la política nacional: los negociados oligarcas, las prepotencias de patrones, la persecución obrera, el oscurantismo."

Pág 77.

"Leyendo los diarios de la tarde, me enardezco con los telegramas europeos y por primera vez siento deseos físicos de dar también yo mi empujón para derrumbar los nazismos.
Anteayer he visto golpear a una mujer y luego grité indignado contra un oficial que arrastraba a un estudiante ensangrentado. Recuerdo cómo se me contrajeron los nervios cuando la palabra libertad llenó el aire de la calle."

Pág 112.

"Pero como me sucedía últimamente cada vez que me confrontaba con otros individuos, ansiaba enfermizamente una revelación, un cambio total que barriera todas las angustias. Porque para mí, la vida era angustia: angustia en la soledad, angustia en el amor, angustia recordando, angustia ante el futuro. Y para Juan -pensaba- la angustia no existe. Con un enérgico movimiento había transformado esa angustia en lucha. Juan podía estar cansado o pujante, sentirse vencedor o derrotado, alegre o triste. Pero Juan no sabía qué era la angustia..., "ese sordo dolor intransferible que ahoga con su vaguedad todo impulso vital y que borra con sus nieblas cualquier camino lógico."

Pág 115-116.

"Cada vez que he tratado de olvidar la complejidad de la vida, cada vez que he pretendido recurrir a la huida como solución de problemas y me he fabricado algo muy parecido a frases hechas para contestar serios interrogantes, he caído en la más total desorientación.
Lo real es que hay trances de los cuales no se puede salir sin tocar el fondo de uno mismo.
Los que saltan sobre la cuestión, empecinados en no admitir su importancia, suelen quedar derrengados. Conozco unos cuantos hombres que siguen una vida de cobardes por no haber tenido en determinado momento el valor de reconocer una cobardía circunstancial. ¡Y cuántos son infelices durante treinta años por no haber admitido la infelicidad de un instante!
La amistad de Juan me ha removido profundos estratos y de un día para otro me he sumido en un monólogo que tiene mucho parecido con las cavilaciones de los adolescentes: "¿Existe Dios?
¡Quñe rabia, si ésa es la palabra, qué rabia le tomo a la vida mísera que a los cuarenta años me obliga a debatirme en problemas que sólo son admisibles en un niño!"

Pág 119

"Las cárceles estaban atiborradas de presos políticos. En Neuquén y en la isla Martín García se habían organizado verdaderos campos de concentración. Muchos, más de la mitad de los detenidos, antes de caer en la cárcel habían sufrido tratos brutales. Pero pese a la persecución, la resistencia crecía. Lo que no se animaban a decir los grandes diarios, se publicaba en hojas clandestinas. Ya eran muchos los argentinos que comprendían la necesidad de alistarse en la lucha. El país se debatía en un camino sin salida. El gobierno sólo temía una cosa: la organización del pueblo y por eso perseguía tan tenazmente a los sindicatos y a los obreros textiles.
Pero el movimiento necesitaba del apoyo de todos los sectores y quería la comprensión total de la ciudadanía. La derrota del nazismo europeo nos ofrecía un panorama luminoso para el futuro, pero los engendros que masacraron tanto inocente habían elegido este lejano rincón de Sudamérica para ocultarse. Los argentinos no podíamos aceptar este inmundo destino: por lo contrario, era el momento de aprovechar el triunfo de la buena causa para terminar con la reacción nacional. Un gobierno de unidad, que incluyera a todos los partidos políticos democráticos y que escuchara la voz siempre limpia del pueblo, sabría encontrar la solución de nuestros problemas. Se necesitaba una reforma agraria para terminar con la explotación de los campesinos y organizar sanamente nuestra economía. Se necesitaba reimplantar la total libertad de prensa y terminar con las policías bravas. Se necesitaba retornar, en la universidad y el magisterio, a nuestra educación democrática y científica. Se necesitaban muchas cosas urgentes, pero para todo eo era necesario derribar el gobierno."

Pág 130.

"Me da pena, sincera tristeza, subir siempre con la misma cara al mismo piso, y siento vergüenza al descubrir que la mujer vuelve los ojos por no mostrarme que ella también conoce su desgracia.
A veces, vivo la excepción y ruedo. Pero eso es ser feliz y lo soy muy poco."

Pág 148.

"Cuando fui mayor me tocó trompearme con un amigo muy querido; lloré como un chico al terminar la pelea. Porque sentía la grotesca desproporción que existía entre nuestra actitud animal y el delicado sentimiento que había proporcionado el encontronazo."

Pág 163.

"Y otra vez me sucedió-como una tarde en España y una mañana en los Andes- no saber qué era mi vida: si era un soplo, un sueño, una historia que me habían contado..., nada. El cuerpo, desposeído de arraigo, parecía sin peso y la mente que pensaba todo eso estaba ubicada más allá de mí, lejana, muy lejana.
En realidad estaba cansado, muy cansado.
Los minutos transcurrieron, y antes de que acordara llegaron los chicos de regreso. Conversaban animadamente y de algún modo quisieron demostrarme que yo no existía...es decir, "yo no debía existir".
Me sentí defraudado. Y como un viejo abuelo que aguarda en una plaza, sonreí, sonreí, sonreí, hasta sentir el tirón de mis labios."

Pág 198.

"Julio quiere que termine "mi novela". ¡Amigo viejo! Mi novela es un diario y nada más. Burdo, egoísta. Y yo quería hacer el libro de Susana."

Pág 209.

"La irresponsabilidad (que a veces llega al crimen) es general, no particular. Si hasta yo mismo, que llevo una vida de trabajo, soy una especie de solitario sin esperanza.
Eduardo era muy argentino. Las exageraciones de su carácter dibujan perfectamente un tipo nuestro. (...) Eduardo habla en este libro. Luego hablarán los lectores. Y entonces ¡en buena hora tome usted la palabra y fulmine con su salud y su fe en la vida a todos los Eduardos que pululan por Buenos Aires!"

Pág 232.

En "La ribera",Compañía general fabril editora,1961,Buenos Aires.

lunes, 20 de agosto de 2007

domingo, 19 de agosto de 2007

Discusión con Alcalá Galiano de Esteban Echeverría

"El único legado que los americanos pueden aceptar y aceptan de buen grado de la España, porque es realmente precioso, es el del idioma; pero lo aceptan a condición de mejora, de transformación progresiva, es decir, de emancipación."

Pág 152

En "La cautiva. El matadero. Ojeada retrospectiva" de Esteban Echeverria, Editorial CEAL, 1979. Colección capítulo.

sábado, 18 de agosto de 2007

"Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 37" de Esteban Echeverría

"El punto de arranque, como decíamos entonces, para el deslinde de estas cuestiones deben ser nuestras leyes, nuestras costumbres, nuestro estado social; determinar primero lo que somos, y aplicando los principios, buscar lo que debemos ser, hacia qué punto debemos gradualmente encaminarnos. Mostrar en seguida la práctica de las naciones cultas cuyo estado social sea más análogo al nuestro, y confrontar siempre los hechos con la teoría o la doctrina de los publicistas más adelantados. No salir del terreno práctico, no perderse en abstracciones; tener siempre clavado el ojo de la inteligencia en las entrañas de nuestra sociedad..."

Pág 99

"Queríamos que el pueblo no fuese como había sido hasta entonces, un instrumento material del lucro y poderío para los caudillos y mandones, un pretexto, un nombre vano invocado por todos los partidos para cohonestar y solapar ambiciones personales, sino lo que debía ser, lo que quiso que fuese la revolución de Mayo: el principio y fin de todo. Y por pueblo entendemos hoy como entonces, socialmente hablando, la universalidad de los habitantes del país; políticamente hablando, la universalidad de los ciudadanos; porque no todo habitante es ciudadano, y la ciudadanía proviene de la institución democrática"

Pág 102 y 103

"(...) caminábamos a la unidad, pero por diversa senda que los federales y unitarios. No a la unidad de forma del unitarismo, ni a la despótica del federalismo, sino a la unidad intrínseca, animada, que proviene de la concentración y acción de las capacidades físicas y morales de todos los miembros de la asociación política."

Pág 104

"Ser grande en política, no es estar a la altura de la civilización del mundo, sino a la altura de las necesidades de su país"

Pág 110

"Dio a luz (refiriéndose a Sarmiento en este fragmento) en aquel tiempo una memoria sobre la Ortografía Castellana, donde expone los fundamentos de su reforma ortográfica, adoptada, en parte, por la Universidad de Chile, y bate con una audacia de lógica irresistible la rancia ilustración española, sus libros, sus preocupaciones, cuanta mala semilla dejó plantada en el suelo americano. Esta memoria le atrajo una larga polémica reaccionaria, que sostuvo con un calor y habilidad suma."

Pág 127

"En cuanto a ciencias especulativas y exactas, es indudable que debemos atenernos al trabajo europeo, porque no tenemos tiempo de especular, ni medios materiales de experiencia y observación de la naturaleza; pero en política no: nuestro mundo de observación y aplicación está aquí, lo palpamos, lo sentimos palpitar, podemos observarlo, estudiar su organismo y sus condiciones de vida; y la Europa poco puede ayudarnos en eso."

Pág 135

"Es un error grave y funesto, en nuestro entender, imaginarse que el partido unitario y el federal no existen porque el primero perdió el poder y el segundo quedó absorbido en la personalidad de Rosas. Esos partidos no han muerto, ni morirán jamás; porque representan dos tendencias legítimas, dos manifestaciones necesarias de la vida de nuestro país: - el partido federal, el espíritu de localidad preocupado y ciego todavía; el partido unitario - el centralismo, la unidad nacional. Dado caso que desapareciesen los hombres influyentes de esos partidos, vendrán otros representando las mismas tendencias, que trabajarán por hacerlas predominar como anteriormente y convulsionarán el país para llegar uno y otro al resultado que han obtenido."

Pág 136

"Apelar a la autoridad de los pensadores europeos, es introducir la anarquía, la confusión, el embrollo en la solución de nuestras cuestiones; -es hacer el oficio de abogados sofistas, que a falta de razones, andan a caza de leyes y comentos para apuntalar su causa: - es confesar nuestra impotencia para comprender lo que somos."

Pág 137.

"¿Qué cosa será, pues, la Patria? - La Libertad. ¡Ah! bueno; esto es más claro: vosotros peleáis por gozar del derecho de vivir en vuestra tierra al lado de vuestra familia como queráis, sin que nadie os incomode, ni os ultraje, ni os persiga; por trabajar sin traba alguna en la adquisición de vuestro bienestar: peleáis, en suma, porque vuestro yo individual recobre el señorío magnífico que en Mayo le regaló la Providencia y del cual Rosas os despojó violentamente."

Pág 139.

"Como para nosotros los hombres no tienen valor real en política, sino como artífices para producir, o realizar ideas sociales, confesaremos francamente que desearíamos ver de una vez destronados a todos esos favoritos de la fortuna; porque no concebimos progreso alguno para el país, sino a condición de que ejerzan la iniciativa de pensamiento y la acción social los mejores y más capaces, y por mejores y más capaces entendemos los hombres que sean la expresión de la más acrisolada virtud, y de la más alta inteligencia del país."

Pág 145.

En "La cautiva. El matadero. Ojeada retrospectiva" de Esteban Echeverria, Editorial CEAL, 1979. Colección capítulo.

viernes, 17 de agosto de 2007

"Objetividad, relativismo y verdad" de Rorty.




"(...)Filosofía es precisamente aquello de que una cultura se vuelve capaz cuando deja de definirse en términos de reglas explícitas y se vuelve lo suficientemente ociosa y civilizadacomo para basarse en un know-how no articulado, sustituir la codificación por la phronesis y la conquista de foráneos por la conversación con ellos"

pág 44

"Sin duda, fantasía puede ser un incentivo para una conversación más provechosa, pero cuando ha de cumplir esta función no merece el nombre de "crítica""

pág 50.

"Plan de evasion" (1945) de Adolfo Bioy Casares



"Sentí compasión por todas personas y por todas las cosas que veía. Ahí quedaban -como la gente que se ve desde la ventanilla, en los andenes de los pueblos de campo-: mi no merecida felicidad era partir"

Pág 105.

"Nuestro mundo es una síntesis que dan los sentidos, el microscopio da otra. Si cambiaran los sentidos cambiaría la imagen. Podemos describir el mundo como un conjunto de símbolos capaces de expresar cualquier cosa; con sólo alterar la graduación de nuestros sentidos, leeremos otra palabra en ese alfabeto natural."

Pág 150-151.

En Plan de evasión, Bioy Casares, Adolfo, Editorial Galerna, 1974.

"El matadero" de Esteban Echeverria



Echeverría, patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad.

"Por un lado, dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo, tirándose horrendos tajos y reveses, por otro, cuatro, ya adolescentes, ventilaban a cuchilladas el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos distantes, porción de perros, flacos ya de la forzosa abstinencia, empleaban el mismo medio para saber quién se llevaría un hígado envuelto en barro. Simulacro en pequeño era éste del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los derechos individuales y sociales".

Pág 79

En "La cautiva. El matadero. Ojeada retrospectiva" de Esteban Echeverria, Editorial CEAL, 1979. Colección capítulo.

lunes, 13 de agosto de 2007

"El rey petizo" (2004) de Gustavo Bossert.

"Lo impreciso, curioso y a la vez simpático suele ser, en esta parte de América, más atractivo que un argumento riguroso y útil."

Pág 27-28.

"(...)todo puede leerse en El proceso. Allí está contado. Kafka no inventó la pesadilla, no imaginó lo que relata: copió de la vida."

Pág 116.

"-¿Y cómo estás ahí?
-Una manito que le di al Rey hace tantísimo tiempo, una zoncera, pero el hombre es gauchazo."

"Ese país era así: lo que venía del interior eran mentas,entresueños provincianos, vicisitudes ajenas que no interesaban; en cambio, lo que ocurría en la capital ocurría."

Pág 166-167.

"(...)se dio el gusto de escribirla como un cauce a sus recuerdos de estupor, un desahogo o, como decía Gastón en aquel tiempo, una puteada de rabia y compasión por la agonía criminal del pobrerío."

Pág 205.

En El rey petizo, Bossert, Gustavo, Editorial Losada, 2005.

jueves, 9 de agosto de 2007

"Relato de un náufrago" de Gabriel García Márquez

""Éste es el momento", pensé. Y, en realidad, me pareció que ése era el momento más temible de todos los que nos había explicado el instructor: el momento de amarrarse a la balsa. Hay un instante en que ya no se siente la sed ni el hambre. Un momento en que no se sienten ni los implacables mordiscos del sol en la piel ampollada. No se piensa. No se tiene ninguna noción de los sentimientos. Pero aún no se pierden las esperanzas. Todavía queda el recurso final de soltar los cabos del enjaretado y amarrarse a la balsa. Durante la guerra muchos cadáveres fueron encontrados así, descompuestos y picoteados por las aves, pero fuertemente amarrados a la balsa."

En Relato de un náufrago, García Márquez, Gabriel, Editorial Sudamericana (de bolsillo), 2003.

miércoles, 8 de agosto de 2007