lunes, 14 de julio de 2008

"Las partículas elementales" de Michel Houellebecq.



“Para el occidental contemporáneo, incluso cuando se encuentra bien, la idea de la muerte constituye una especie de ruido de fondo que invade el cerebro cuando se desdibujan los proyectos y los deseos. Con la edad, la presencia del ruido aumenta; puede compararse a un zumbido sordo, a veces acompañado de un chirrido. En otras épocas el ruido de fondo lo constituía la espera del reino del Señor; hoy lo constituye la espera de la muerte. Así son las cosas.”

Pág 83.

“Él sólo quería amar; al menos no pedía nada. Nada concreto. La vida, pensaba Michel, tenía que ser algo sencillo; algo que pudiera vivirse como un conjunto de pequeños ritos, indefinidamente repetidos. Ritos al fin y al cabo un poco estúpidos, pero en los que, en el fondo, se pudiera creer. Una vida sin apuestas y sin dramas. Pero la vida de los hombres no estaba organizada así.”

Pág 120.

“(…)el trance designa una inquietud muy profunda, el miedo ante la idea de un peligro inminente. “Prefiero echar la llave por debajo de la puerta antes que seguir viviendo trances semejantes”(Emile Zola)”

“Por lo que él sabía, Brasil era un país de mierda, poblado de brutos fanáticos del fútbol y las carreras de coches. La violencia, la corrupción y la miseria llegaban al cielo. Si había un país odioso era precisa y específicamente Brasil.”

Pág 133.

“La posibilidad de vivir empieza en la mirada del otro.”

Pág 177.

“La desgracia sólo alcanza su punto más alto cuando hemos visto, lo bastante cerca, la posibilidad práctica de la felicidad.”

Pág 249.

En Las partículas elementales, Houellebecq, Michel, Editorial Anagrama, 1999.

1 comentario:

Unknown dijo...

Qué gran libro. Amén.