domingo, 12 de diciembre de 2010
"Las señoritas de Wilko" de Jaroslaw Iwaszkiewicz.
“El trabajo le absorbía de tal modo que no tenía tiempo para pensar, pero así era mejor, pues por propia experiencia sabía que ello no conducía a nada. Así las cosas, la muerte de su amigo Jurek vino no obstante a quebrar su equilibrio. No lograba encontrarse a sí mismo y se sentía tan mal que finalmente fue a consultar a un facultativo.”
Pág 65.
“Y de súbito, ante sus ojos, sobre los semblantes de aquellas blancas mujeres vio desfilar todo un tropel de imágenes, acontecimientos, luchas y esfuerzos baldíos. Pensó en todo cuanto constituía su vida, complicada y destrozada desde un principio, y sintió un estremecimiento.
-No, no, la verdad sea dicha, no hago nada digno de resaltarse -dijo-. No vale la pena hablar de ello, vivo como todo el mundo.
Y tomó conciencia de pronto cuán horrible era aquello: vivir como los demás y que los demás vivieran como él.”
Pág 77.
“Habían sido tantas las ilusiones, tantos los esfuerzos puestos en los años siguientes, que apenas si ahora, cuando se sentía tan cansado y los veía reducidos a polvo, convertidos en nada, tomaba conciencia de su pasada felicidad. Estaba claro como el agua que había malgastado su vida, como suelde decirse en las familias burguesas. Pecado imperdonable el de no advertir el momento de la propia felicidad.”
Pág 139.
Las señoritas de Wilko, Iwaszkiewicz, Jaroslaw, editorial cátedra, 1993.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario