martes, 2 de junio de 2009

"Manifiesto por la filosofía" de Alain Badiou.



“Lo que condiciona una gran filosofía, por oposición a los saberes instituidos y consolidados, son las crisis, aperturas y paradojas de la matemática, las sacudidas en la lengua poética, las revoluciones y provocaciones de la política inventada, las vacilaciones de la relación entre los dos sexos. (…)La filosofía tiene por función “agravante” disponer los procedimientos genéricos en la dimensión, no de su pensamiento propio, sino de su historicidad conjunta.”

Pág 18-19.

“(…)la categoría de Sujeto debe ser reconstruida y considerada como el último avatar (moderno, precisamente) de la metafísica; y el dispositivo filosófico del pensamiento racional, del que esta categoría es el operador central, está en lo sucesivo mantenido a tal punto en el olvido sin fondo de los que lo funda, que “el pensamiento sólo comenzará cuando hayamos aprendido que la Razón, tan glorificada desde hace siglos, es la más encarnizada enemiga del pensamiento.”

Pág 24.

“La “senda del bosque”, el ojo claro del campesino, la devastación de la tierra, el enraizamiento en el emplazamiento natural, la eclosión de la rosa, todo ese pathos(…) no está entretejido más que con nostalgia reaccionaria.(…) el reinado del capital frena y simplifica la técnica, cuyas virtualidades son infinitas.”

Pág 31.

“(…) la desacralización no es en absoluto nihilista, en tanto que “nihilismo” debe designar aquello que pronuncia que el acceso al ser y a la verdad es imposible. Al contrario, la desacralización es una condición necesaria para que dicho acceso se abra al pensamiento. Es evidentemente lo único que se puede y que se debe saludar en el capital: pone al descubierto lo múltiple puro como fondo de la presentación, denuncia todo efecto de Uno como simple configuración precaria, destituye las representaciones simbólicas donde el vínculo encontraba una apariencia de ser.”

Pág 34.

En Manifiesto por la filosofía, Badiou, Alain, ediciones nueva visión, 1990.

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