jueves, 4 de marzo de 2010

"Los condenados de la tierra" de Frantz Fanon.



“Por eso un estudio del mundo colonial debe tratar de comprender, forzosamente, el fenómeno de la danza y el trance. El relajamiento del colonizado es, precisamente, esa orgía muscular en el curso de la cual la agresividad más aguda, la violencia más inmediata se canalizan, se transforman, se escamotean. El círculo de la danza es un círculo permisible. Protege y autoriza. A horas fijas, en fechas fijas, hombres y mujeres se encuentran en un lugar determinado y, bajo la mirada grave de la tribu, se lanzan a una pantomima aparentemente desordenada, pero en realidad muy sistematizada en la que, por múltiples vías, negaciones con la cabeza, curvatura de la columna vertebral, inclinación hacia atrás de todo el cuerpo, se descifra abiertamente el esfuerzo grandioso de una colectividad para exorcizarse, liberarse, expresarse. Todo está permitido…en el ámbito de la danza. El montículo al que han subido como para estar más cerca de la luna, el ribazo en el que se han deslizado como para manifestar la equivalencia de la danza y la ablución, la purificación, son lugares sagrados. Todo está permitido porque, en realidad, no se reúnen sino para dejar que surja volcánicamente la libido acumulada, la agresividad reprimida.”

Pág 50.

“En la guerrilla, efectivamente, la lucha no es ya donde se está sino adonde se va. Cada combatiente lleva a la patria en guerra entre sus manos desnudas.”

Pág 124.

“El militante que se enfrenta, con medios rudimentarios, a la maquinaria bélica del colonialismo se da cuenta de que, al mismo tiempo que destruye la opresión colonial contribuye a construir otro aparato de explotación.”

Pág 133.

“(…) hay que luchar tenazmente a fin de que el partido no se convierta jamás en un instrumento dócil en manos de un líder. Líder, del verbo inglés que significa conducir. El conductor del pueblo ya no existe. Los pueblos no son rebaños y no tienen necesidad de ser conducidos. Si el líder me conduce quiero que sepa que, al mismo tiempo, yo lo conduzco. La nación no debe ser una cuestión dirigida por un manitú. Así se entiende el pánico que se posesiona de las esferas dirigentes cada vez que uno de sus líderes se enferma.”

Pág 168.

Los condenados de la tierra, Fanon, Frantz, Editorial Fondo de cultura económica, 2003.

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