viernes, 11 de febrero de 2011

"La bolsa" de Julián Martel.



“Los que me inspiran recelo son los judíos, que empiezan a invadirnos sordamente, y que si nos descuidamos acabarán por monopolizarlo todo.
-Es lo que digo yo.- Y Glow habló pestes de los judíos.- Ya son dueños de los mercados europeos, y si se empeñan lo serán de los nuestros, completando así la conquista del mundo.”

Pág 20.

“(…) era un hombre pálido, rubio, linfático, de mediana estatura, y en cuya cara antipática y afeminada se observaba esa expresión de hipócrita humildad que la costumbre de un largo servilismo ha hecho como el sello típico de la raza judía. Tenía los ojos pequeños, estriados de filamentos rojos, que denunciaban a los descendientes de la tribu de Zabulón, y la nariz encorvada propia de la tribu de Ephraim. Vestía con el lujo charro del judío, el cual nunca puede llegar a adquirir la noble distinción que caracteriza al hombre de la raza aria, su antagonista. Llamábase Filiberto Mackser y tenía el título de barón que había comprado en Alemania creyendo que así daba importancia a su oscuro apellido.”

Pág 28.

“- ¿Sabe por qué he cometido los crímenes que me condujeron a la cárcel?
- ¿Por qué?
- Porque soy un hombre superior, porque nunca he podido amoldarme al modo de ser general, porque, como el ángel rebelde, me he sentido con fuerzas para luchar yo solo contra la ley, contra la sociedad, ¡contra todo!”

Pág 77.

“Dices que la sociedad los rechaza…¡Falso, completamente falso! Ellos, ellos son los que se resisten a firmar la paz con una sociedad que les abriría los brazos si no hubiera probado ya varias veces las dificultades de una reconciliación imposible. ¡Ah! ¡tú no sabes la invasión sorda, lenta; la conquista callada, subterránea, pavorosa, de la sociedad moderna, que Israel viene llevando a cabo por el medio más vil y rastrero de que puede echar mano un hombre! ¿No sabes que los banqueros judíos son hoy los reyes de las finanzas europeas, y que ese barón de Mackser, cuyo socio eres, es el general avanzado del ejército israelita lanzado sobre la América para conquistarla con el dinero, arma poderosa, formidable, contra la cual son impotentes todas las que podamos emplear nosotros, nosotros los arios, acostumbrados a luchar a cara descubierta, frente a frente, y demasiado nobles y confiados para no ser víctimas de los manejos traidores, escondidos, solapados de los descendientes de Judas? En vez de decir que son injustos los ataques que les dirijo, deberías exclamar conmigo: ¡Cuán benévola es la sociedad actual que los tolera! Se declama contra ellos, pero se les soporta. Se les escarnece, pero como son hombres sin honor, acostumbrados a todas las bajezas de un largo servilismo, desprecian el escarnio esperando la hora de la venganza, con una sangre fría que repugna y espanta. Y así, poco a poco, mientras cada pueblo se debate en sus hermosas luchas por el progreso y la civilización, mientras cada pueblo está absorbido por el grande anhelo del perfeccionamiento social, ellos, los judíos, ocultos en la sombra, van avanzando paso a paso, conquistando todas las posiciones, haciéndose dueños de la prensa y por lo tanto de la opinión de la cátedra, de la magistratura, del gobierno…”

Pág 97-98.

La bolsa, Martel, Julián, Editorial Guillermo Kraft limitada, Buenos Aires, 1959.

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