miércoles, 2 de febrero de 2011

"Maldita guerra" de Francisco Doratioto.



“’Es sabido, señores, cómo se consiguen soldados entre nosotros. Se arranca de sus casas a civiles pobres, cuyo crimen es haber nacido en la humilde condición de gaucho, para llevarlos a servir (en el Ejército) sin sueldo, desnudos, y muchas veces sin la alimentación necesaria, y cuando consiguen escapar de la prisión –porque para ellos el campamento es la prisión- y son detenidos, reciben en azotes la cantidad de horas que estuvieron en libertad.’”

(Nicasio Oroño)

Pág 131.

“Urquiza retornó a Basualdo y comenzó a fusilar desertores, pero no consiguió detener la desbandada de cerca de 8 mil jinetes, lo cual obligó a licenciar a las tropas restantes.”

Pág 137.

“Era un extensísimo tendal de cadáveres, horriblemente mutilados y amontonados desordenadamente. Había cabezas cortadas, con los ojos bien abiertos; algunas todavía estaban unidas al tronco por músculos ensangrentados; otras, estaban tajeadas de lado a lado y mostraban los sesos desbordando; narices cortadas, brazos mutilados, mandíbulas partidas, pechos agujereados. ¡Qué golpes aquellos! ¡Qué tajos y estocadas! Era el camino de la muerte para el enemigo y de la gloria para nosotros…¡Qué muerte gloriosa y qué gloria llena de lágrimas!”

(Dionísio Cerqueira)

Pág 204.

“Esa versión de una derrota aliada también llegó a Entre Ríos, donde la mayoría de la población deseaba el triunfo del Paraguay; las personas festejaron “vivamente (…) y sin ningún recato” la batalla del 24 de mayo, pues la victoria paraguaya era vista como la garantía de la autonomía entrerriana.”

Pág 215.

“Solano López castigó al batallón paraguayo que había huido en vez de defender Curuzú. Se hizo formar a los soldados, se contaba hasta diez, y el décimo soldado era retirado de la formación. La cuenta se repitió hasta el final del batallón y los soldados que habían sido seleccionados fueron fusilados inmediatamente. Entre los oficiales se efectuó un sorteo de pequeñas ramitas: los que recibieron las más cortas fueron fusilados en seguida, mientras que los que se quedaron con las más largas fueron degradados a soldados rasos.”

Pág 227.

“Lo que impresiona en Curupaytí –y estoy fue destacado por testigos paraguayos del combate- es la sangre fría de los soldados aliados, que avanzaron durante horas para llenar los huecos que dejaban los compañeros muertos, teniendo conciencia de que probablemente también ellos morirían. En Curupaytí cayeron ilustres figuras argentinas y brasileñas, cuya pérdida sería sensible para el Ejército aliado; allí perecieron jóvenes de la elite porteña, como Domingo Fidel Sarmiento –“Dominguito”-, hijo del futuro presidente Domingo Faustino Sarmiento, y Francisco Paz, que era hijo del vicepresidente Marcos Paz. La dramaticidad del combate queda reflejada en el relato de José Ignacio Garmendia, quien al final de la acción encontró ensangrentado a Martín Viñales, del 1er Batallón de Santa Fe, y al preguntarle si estaba herido recibió como respuesta: ‘No es nada, apenas un brazo menos; la patria merece más’”

Pág 234.

“La situación se agravó luego, en Peribebuy, cuando los soldados argentinos comenzaron a robar niños, tomándolos como cautivos o trofeos de guerra. El robo de niños se transformó en un negocio, pues las familias paraguayas conseguían recuperarlos mediante el pago de un rescate.”

Pág 369-370.

Maldita guerra Nueva historia de la guerra del Paraguay, Doratioto, Francisco, Editorial Emecé, 2004.

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