
"Enrique: Buenos, bueno, bueno, enloquecieron. Pero ellos no han podido enloquecer porque no son...y yo sueño...y la mejor prueba de que no son es que yo digo en su presencia que no son -ellos existen sólo en mi cabeza- ¡oh, mi cabeza!¡Todo el tiempo estoy hablándome a mí mismo!"
Pág 25.
"El Padre: Gracias, mi hijo, gracias. Yo acepto
           Tu homenaje y lo acepto
           Y otra vez lo acepto y no puedo
           Aceptarlo bastante...
           (
sinceramente) Yo estaba
           Sediento de respeto.
Enrique: ¿Qué mascarada es ésta?
           (
silencio)."
Pág 40.
"Enrique (a sí mismo, en voz alta): A veces me parece que todo esto es muy sabio; y a veces que..."
Pág 48.
"Enrique: (...) ¡Entonces todo es una farsa! 
                Un borracho, para fingir sobriedad, se adapta a la borrachera de otro borracho, quien, para fingir sobriedad, se adapta a la borrachera de otro borracho, quien...
                 ¡Pero entonces todo esto es una mentira! Cada uno dice no lo que quiere decir sino lo que conviene. Las palabras traicioneras se confabulan detrás nuestro.
                 No las pronunciamos, son ellas
                 las que nos pronuncian, traicionando
                 a nuestro pensamiento que traiciona
                 Nuestro sentimiento traidor, ah, ah, traición
                (
ebrio): ¡Traición incesante!"
Pág 72.  
"Enrique: ¿Estoy? Empiezo a dudar si estoy...si estoy y si soy...Parecería que soy yo quien siente, piensa, toma decisiones...pero en realidad nada se decide en mí y todo se decide entre...entre nosotros...Entre nosotros nacen fuerzas, hechizos, inspiraciones y divinidades que nos traen y nos llevan...y nosotros nos abandonamos..."
Pág 105.
"Enrique (
solo):(...)
                          Yo
                          Yo solo
                          Ahora, cuando estás solo, completamente solo, podrías por lo menos suspender por un momento tu incesante recitación
                          Tu fabricación de palabras
                          Tu producción de gestos
                          Pero tú, aun entonces, cuando estás solo, finges estar solo, tu siempre
                          (Digámoslo sinceramente aquí, en este preciso lugar, en
este momento)
                           Finges ser tú
                           Aún ante ti. (...)"                                           
Pág 113.
En 
El casamiento, Gombrowicz, Witold, Ediciones E A M, Buenos Aires, 1948.