jueves, 1 de noviembre de 2007

"El gatopardo" de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa.



"Y, en realidad, se habían encendido contra ellos las hogueras de las montañas, atizadas, por los demás, por hombres muy semejantes a los que vivían en los conventos, fanáticos como ellos, y, como ellos ávidos de poder, es decir, como es costumbre, de ocio."

Pág 59.

"-Estás loco, hijo mío. ¡Ir a mezclarte con esa gente! Son todos unos hampones y unos tramposos. Un Falconeri debe estar a nuestro lado, por el rey.
Los ojos volvieron a sonreír.
-Por el rey, es verdad, pero ¿por qué rey?
El muchacho tuvo uno de sus accesos de seriedad que lo hacían impenetrable y querido.
-Si allí no estamos también nosotros -añadió-, ésos te endilgan la república. Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?
Un poco conmovido abrazó a su tío.
-Hasta pronto -dijo-. Volveré con la tricolor."

Pág 66.

""Dejemos que abajo "Bendicó" persiga rústicas presas y que el cuchillo del cocinero triture la carne de inocentes animalitos. En la altura de este observatorio las fanfarronadas de uno, y la condición sanguinaria del otro se funden en una tranquila armonía. El problema auténtico consiste en poder vivir esta vida del espíritu en sus momentos más sublimes, más semejantes a la muerte"."

Pág 78.

"Estas precauciones verbales correspondían muy bien a sus sentimientos con respecto a la razonada pasión de Tancredi, pero lo enfurecían porque lo cansaban. Por lo demás eran sólo un ejemplo de los cien ardides de lenguaje y actitud que desde hacía cierto tiempo se había visto obligado a emplear (...)"

Pág 124-125.

Descripción Pág 132.

"Y a ella le preocupaba la estimación de la Iglesia. El prestigio del apellido en sí se había desvanecido lentamente. El patrimonio dividido y vuelto a dividir, en la mejor hipótesis, equivalía al de tantas otras Casas inferiores, y era enormemente más pequeño que el que poseían algunos opulentos industriales."

Pág 272.

"Mientras los restos eran arrastrados afuera de la habitación los ojos de cristal miraron con el humilde reproche de las cosas que se apartan, que se quieren anular. Pocos minutos después lo que quedaba de "Bendicó" fue arrojado en un rincón del patio que el basurero visitaba a diario. Durante su vuelo desde la ventana su forma se recompuso un instante. Habríase podido ver danzar en el aire a un cuadrúpedo de largos bigotes que con la pata anterior derecha levantada parecía imprecar. Después todo halló la paz en un montoncillo de polvo lívido."

Pág 283.

En El gatopardo, Di Lampedusa, Giuseppe Tomasi, Editorial Cátedra, Madrid, 1991.

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