jueves, 27 de noviembre de 2008

"El siglo" (2005) de Alain Badiou.



“Ocurre que el juicio ético sólo encuentra aquí su real en el exceso aplastante del crimen, la cuenta de las víctimas por millones. El recuento es el punto en que la dimensión industrial de la muerte se cruza con la necesidad del juicio. Es lo real que suponemos en el imperativo moral. La conjunción de ese real y el crimen de Estado lleva un nombre: este siglo es el siglo totalitario.”

Pág 13.

“Crear un hombre nuevo equivale siempre a exigir la destrucción del viejo. La discusión, violenta e irreconciliable, se refiere a la definición del hombre antiguo. Pero en todos los casos el proyecto es tan radical que en su realización no importa la singularidad de las vidas humanas; ellas son un mero material.”

Pág 20.

“El gran interrogante ontológico del siglo naciente XX es: ¿qué es la vida? El conocimiento debe convertirse en la intuición del valor orgánico de las cosas. Por eso la metáfora del conocimiento del siglo puede ser la tipología de una bestia. En cuanto a la cuestión normativa, se formula del siguiente modo: ¿qué es la verdadera vida, qué significa vivir verdaderamente, con una vida adecuada a la intensidad orgánica del vivir?”

Pág 29.

“La tesis del acecho o la espera es que sólo podemos preservar lo real si somos indiferentes a lo que ocurre o no ocurre. Es una de las tesis fundamentales del siglo: la espera es una virtud cardinal, porque es la única forma existente de indiferencia intensa.”

Pág 40.

“La violencia debe ser sucedida por la buena, legitimada por la primera. Fundación bélica de la paz: pondremos fin a la guerra mala por medio de la guerra buena.”

Pág 50.

“Esto es lo que propongo llamar pasión de lo real, convencido de que es preciso hacer de ella la clave de toda comprensión del siglo. Hay una convicción patética de que se nos convoca a lo real del comienzo. (…) Toda convicción sobre la llegada real del hombre nuevo está marcada por una fuerte indiferencia a sus costos y una legitimación de los medios más violentos. Si se trata del hombre nuevo, el hombre antiguo bien puede no ser otra cosa que un material.”

Pág 52-53.

“El teatro es un aparato de construcción de verdades.”

Pág 62.

“El hombre nuevo es entonces una restitución o una producción.”
Pág 91.

Revisar toda la página 91.

“¿Qué quiere decir “nosotros” en tiempos de paz y no de guerra?¿Cómo pasar del “nosotros” fraternal de la epopeya al “nosotros” dispar del “juntos”, sin abandonar jamás la exigencia de que haya un “nosotros”. Continúo, yo también, en ese interrogante.”

Pág 128.

“Según los términos de Lacan, la igualdad es lo imaginario (porque no puede advenir como figura objetiva, aunque sea la razón última de todo), la libertad es lo simbólico (porque es el instrumento presupuesto, lo negativo fecundo) y la fraternidad es lo real (es decir, lo que a veces se encuentra, aquí y ahora).”

Pág 134.

“(…) si se quiere llegar a lo real del tiempo, es menester construirlo, y esa construcción sólo depende, en definitiva, del cuidado puesto en erigirse en agente de los procedimientos de verdad. Alabaremos al siglo por haber llevado en su seno la propuesta épica de una construcción integral del tiempo.”

Pág 138.

“El ser del “nosotros” se muestra, pero también se agota, en la manifestación. Hay una gran confianza dialéctica en esa mostración. Es que, a la postre, el “nosotros” no es otra cosa que el conjunto de sus manifestaciones. En ese sentido, lo real del “nosotros”, que es lo real a secas, es accesible a cada cual en y por la manifestación. A la pregunta: ¿qué hay de real?, el siglo responde: manifestar. Lo que no manifiesta no es.”

Pág 140.

“La prueba de que un cuerpo ha sido expuesto a lo real es la herida. En el fondo, la aceptación de la crueldad por los militantes de una verdad obedece a que el nosotros-sujeto se representa como un cuerpo insensible por ser eterno. La sensibilidad a la violencia no es más que el componente individual de un “nosotros” inmortal.”

Pág 150.

“Me parece muy profunda la idea de que la esencia de lo finito no es el confín, el límite, que son intuiciones espaciales vagas, sino la repetición. Freud y luego Lacan asignarán a la “compulsión a la repetición” la finitud del deseo humano, cuyo objeto vuelve siempre al mismo lugar.”

Pág 198.

“El arte da testimonio de lo que hay de inhumano en lo humano. Su destino, y por eso las declaraciones y manifiestos son tan graves, tan pesados, es nada menos que obligar a la humanidad a cometer algún exceso sobre sí misma. En ese sentido, el arte del siglo, al igual que sus políticas o sus formalismos científicos, es claramente antihumanista.”

Pág 201.

En El siglo, Badiou, Alain, editorial Manantial, 2005.

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