sábado, 22 de noviembre de 2008

"La Venus de las pieles" (1870) de Leopold von Sacher-Masoch.



“-Examina un poco a la mujer –replicó guiñando finalmente los ojos-. Si la hubiese acariciado, me estrangularía; pero como la he educado con el látigo, me adora.
-¡Absurdo!
- Exacto. Así es como hay que educar a las mujeres.
- ¡Muy bien! Vive como un pachá en tu harén, pero no me hagas teorías sobre…
- ¿Por qué no? –exclamó con viveza-. Las palabras de Goethe, “deberás ser yunque o martillo”, no tienen mejor aplicación que a las relaciones entre hombre y mujer. Doña Venus te lo dijo también incidentalmente en sueños. En la pasión del hombre reposa el poder de la mujer, y ésta sabrá aprovecharse de su ventaja si aquél no se pone en guardia. Sólo queda escoger: tirano, o esclavo. Apenas se abandone, tendrá la cabeza bajo el yugo y sentirá el látigo.”

Pág 95.

“Veía en la mujer la personificación de la naturaleza, Isis; y en el hombre, su sacerdote, su esclavo. Y veía a la mujer cruel con él, como la naturaleza, que aleja de sí lo que ha servido ya y ya no necesita; mientras para el hombre son verdaderas delicias los malos tratamientos, la misma muerte dada por una mujer.”

Pág 119.

“No lo olvides nunca: no confíes jamás en la mujer amada.”

Pág 129.

“¡Por fin un día sin convidados, sin teatro, sin sociedad!”

Pág 157.

“La rebeldía de mi alma hace temblar todo mi ser; pero obedezco, sumiso como un esclavo.”

Pág 174.

En La Venus de las pieles, Sacher-Masoch, Leopold, Editorial Alianza, 1973.

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