"El silencio de Rulfo creo que obedece a algo tan cotidiano que explicarlo es perder el tiempo (...) (A) mí me inquieta más el silencio rimbaudiano que el silencio rulfiano.
Rulfo deja de escribir porque él ya había escrito todo lo que quería escribir y como se ve incapaz de escribir nada mejor, simplemente para.
Rimbaud probablemente hubiera podido escribir algo mucho mejor, que ya es decir palabras muy altas, pero ése es un silencio que a los occidentales nos plantea preguntas.
El silencio de Rulfo no plantea preguntas, es hasta un silencio entrañable, es cotidiano. (...)
Hay un tercer silencio literario que es el no buscado, el de las sombras que uno está seguro de que estaban allí en el umbral y que no han llegado a ser jamás hechos tangibles. (...)
Y este silencio no buscado (...) es el silencio de, no me atrevo a llamarlo destino, una manifestación de la impotencia.
El silencio de la muerte es el peor de los silencios porque el silencio rulfiano es un silencio aceptado y el rimbaudiano es un silencio buscado.
Pero el silencio de la muerte es el que corta de tajo lo que pudo ser y nunca más va a poder ser, lo que no sabremos jamás. (...)
Pues eso mismo se extiende en todo el planeta como una mancha, una enfermedad atroz que de alguna u otra manera pone en jaque nuestras costumbres, nuestras certezas más arraigadas."
En Conversación con Eliseo Álvarez. Bolaño, Roberto, Turia, Revista Cultural, nº 75; 2005.
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